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Los controles del útero podrían ayudar a reducir el riesgo de cáncer en mujeres con hiperplasia endometrial

Aunque el tratamiento para las personas con hiperplasia endometrial mejora con las directrices contempladas en los sistemas sanitarios, muchas mujeres no llegan a recibir una atención de seguimiento adecuada.

07/03/2024

La hiperplasia endometrial (EH) es una lesión precursora del cáncer de endometrio, la neoplasia maligna ginecológica más común en los países de altos ingresos, y que está aumentando a nivel mundial probablemente impulsada por la obesidad. La EH es una proliferación de tejido glandular, clasificada como hiperplasia endometrial no atípica (NEH) ...

La hiperplasia endometrial (EH) es una lesión precursora del cáncer de endometrio, la neoplasia maligna ginecológica más común en los países de altos ingresos, y que está aumentando a nivel mundial probablemente impulsada por la obesidad.

La EH es una proliferación de tejido glandular, clasificada como hiperplasia endometrial no atípica (NEH) o, si las características citológicas son anormales, hiperplasia endometrial atípica (AEH). La importancia clínica de la AEH reside en que las pacientes se enfrentan tanto un alto riesgo de tener cáncer de endometrio oculto como un alto riesgo de progresión si no se tratan, de ahí que el seguimiento regular es vital para rastrear la posible progresión al cáncer.

En el Reino Unido, el Real Colegio de Obstetras y Ginecólogos y la Sociedad Británica de Endoscopia Ginecológica (BSGE) introdujeron en 2016 una guía para el abordaje de hiperplasia endometrial, recomendando una histerectomía (cirugía para extirpar el útero) para aquellas con la forma atípica más peligrosa. Por su parte, a las pacientes con hiperplasia endometrial no atípica se les recomendaba una prueba de tratamiento hormonal administrado directamente en el útero. Aunque el tratamiento para las personas con hiperplasia endometrial ha mejorado desde que se introdujeron estas directrices, muchas mujeres no reciben una atención de seguimiento adecuada.

De ahí, la iniciativa de un grupo de investigadores, en la que participaron miembros de la Universidad de Edimburgo (Escocia), de comparar el tratamiento que recibieron las pacientes antes y después de la introducción de las directrices nacionales.

Los investigadores analizaron los registros de pacientes anónimos de más de 3.000 personas en todo el Reino Unido diagnosticadas con hiperplasia endometrial entre 2012 y 2020. La mitad tenía hiperplasia endometrial no atípica y la otra mitad tenía atipia. La proporción de mujeres con hiperplasia endometrial no atípica que recibieron un tratamiento hormonal exitoso aumentó del 38 por ciento al 52 % después de que se introdujeron las directrices. El tratamiento inicial de las mujeres con atipia apenas cambió: el 68 % se sometió a una histerectomía en 2012-15 y el 67 por ciento en 2016-19. Esta cifra se redujo al 52 % de las mujeres al comienzo de la pandemia de Covid-19 en 2020, lo que indica un alejamiento de las mejores prácticas.

Entre 2016 y 2019, el 37 % de las diagnosticadas con hiperplasia endometrial atípica que recibieron una histerectomía tenían evidencia de cáncer cuando se analizaron sus úteros después de la cirugía. Por otra parte, una de cada cinco mujeres con atipia que no se sometió a una histerectomía recibió el programa recomendado de seguimiento y biopsias.

Los hallazgos enfatizan la importancia de mejorar el seguimiento de las mujeres con atipia que no se someten a una histerectomía, dado su alto riesgo de cáncer coexistente, concluyeron los expertos.

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