Un estudio de la Universidad de Lovaina revela que la inhibición dual de la vía de señalización intracelular controlada por la quinasa PI3K y mTOR promueve la infiltración del leiomiosarcoma uterino por linfocitos T, en un efecto acompañado por una prolongada supresión del crecimiento tumoral. En este modelo, caracterizado por la ...
Un estudio de la Universidad de Lovaina revela que la inhibición dual de la vía de señalización intracelular controlada por la quinasa PI3K y mTOR promueve la infiltración del leiomiosarcoma uterino por linfocitos T, en un efecto acompañado por una prolongada supresión del crecimiento tumoral.
En este modelo, caracterizado por la resistencia a los agentes anti-PD-1, la combinación formada por estos inhibidores y el agente anti-PD-1 nivolumab indujo respuesta parcial en el 90% de los animales y completa en el 10%. El impacto de la terapia de combinación fue manifiestamente superior al observado en el grupo tratado sólo con los inhibidores de PI3K/mTOR, en el que las respuestas parciales fueron minoritarias, registrándose progresión de la enfermedad en múltiples animales.
En el examen del mecanismo subyacente al beneficio, los investigadores hallaron que la terapia triple reduce la proporción de linfocitos T citotóxicos agotados, con el consiguiente incremento en los que presentan una función efectora renovada. Adicionalmente, la funcionalidad de la subpoblación formada por los linfocitos T de tipo Th1 también aumentó.
Frédéric Amant, director del estudio, afirma que la inhibición de PI3K/mTOR se correlacionó con la repolarización de los macrófagos hacia el fenotipo M1, que promueve la actividad antitumoral, así como con un aumento de la expresión de moléculas necesarias para una eficiente presentación de los antígenos tumorales en las células dendríticas. Crucialmente, este último efecto pudo ser también observado en las propias células tumorales, lo que incrementa su susceptibilidad a los ataques del sistema inmunitario, asegura Amant. El investigador subraya la relevancia de los hallazgos indicando que la baja incidencia del leiomiosarcoma uterino, así como la ausencia de modelos animales fiables, había obstaculizado hasta ahora el desarrollo de nuevas terapias para esta vulnerable población de pacientes.