Los cambios gravitacionales que se producen en el organismo humano durante los viajes espaciales pueden provocar que los fluidos dentro del cuerpo se desplacen. Esto puede producir cambios significativos en el sistema cardiovascular, incluidos los vasos sanguíneos que se encuentran en el interior y alrededor de los ojos. Precisamente, investigadores ...
Los cambios gravitacionales que se producen en el organismo humano durante los viajes espaciales pueden provocar que los fluidos dentro del cuerpo se desplacen. Esto puede producir cambios significativos en el sistema cardiovascular, incluidos los vasos sanguíneos que se encuentran en el interior y alrededor de los ojos. Precisamente, investigadores de la Universidad Texas A&M (EEUU) están ahondando sobre algunos de esos impactos, específicamente, en los efectos que pueden ocasionar en los ojos.
"Cuando nos encontramos ante condiciones de microgravedad, se producen cambios en el sistema cardiovascular porque la gravedad no atrae todos estos fluidos como suele ocurrir en la Tierra cuando estamos erguidos y una gran parte de nuestros líquidos se almacena en las piernas, pero en microgravedad obtenemos una redistribución de líquidos hacia la parte superior del cuerpo", explicó Ana Díaz Artiles, investigadora de la Universidad Texas A&M.
Cambios peculiares en el sistema visual
Estos cambios de líquido pueden estar relacionados con un fenómeno conocido como síndrome neuroocular asociado a vuelos espaciales (SANS), que puede hacer que los astronautas experimenten cambios en la forma de los ojos y otros síntomas oculares, como cambios en la presión de perfusión ocular (OPP). En este momento, los investigadores no están seguros de la causa exacta del SANS, pero, según la prof. Díaz Artiles "esperamos arrojar luz sobre el mecanismo subyacente detrás de esto".
Experimentos anteriores incluyeron el uso de una mesa basculante para que los investigadores comprendieran los efectos cardiovasculares de los cambios de fluido en diferentes niveles de gravedad alterados, recreados mediante el uso de diferentes ángulos de inclinación.
Asociado a ello, en un estudio reciente, se examinó la posible contribución de la presión negativa de la parte inferior del cuerpo (LBNP) para combatir SANS. Esta contramedida tiene el potencial de contrarrestar los efectos de la microgravedad al acumular líquido en la parte inferior del cuerpo.
Si bien el papel de la presión de perfusión ocular en el desarrollo de SANS sigue siendo indeterminado, la prof. Díaz Artiles y su equipo plantearon la hipótesis de que la exposición a la microgravedad podría provocar una elevación leve pero crónica (en comparación con las posturas erguidas) en la presión de perfusión ocular, lo que podría tener un papel en el desarrollo de SANS.
Esta investigadora y su equipo aspiran a recopilar respuestas cardiovasculares utilizando cada contramedida y comparar los efectos sobre la presión de perfusión ocular y otras funciones cardiovasculares que pueden verse afectadas por entornos de microgravedad. "Esta investigación es sólo un experimento de un estudio de tres partes para comprender mejor los efectos del cambio de fluidos en el cuerpo y su relación con SANS", concluyó la prof. Díaz Artiles.