No se trata de una mera afectación estética, sino de una enfermedad autoinmune crónica de la piel. Se van destruyendo progresivamente las células encargadas de la producción de melanina, los melanocitos. El vitíligo, caracterizado por la aparición de manchas blancas de forma simétrica, impacta físicamente, pero también psicológicamente en los ...
No se trata de una mera afectación estética, sino de una enfermedad autoinmune crónica de la piel. Se van destruyendo progresivamente las células encargadas de la producción de melanina, los melanocitos. El vitíligo, caracterizado por la aparición de manchas blancas de forma simétrica, impacta físicamente, pero también psicológicamente en los pacientes. El vitíligo no segmentario (VNS) es la forma más común de la enfermedad (80% de los casos)1, en la que frecuentemente se encuentran afectadas áreas del cuerpo visibles o de localización sensible: cara, manos, muñecas y área genital.
En Europa, la prevalencia2-7se sitúa entre el 0,4%-1,6%, mientras que, en España, su prevalencia diagnosticada es del 0,19%15. Se puede desarrollar a todas las edades, pero suele aparecer entre los 10-30 años. Asimismo, afecta profundamente la calidad de vida de quienes lo padecen y tiene un importante impacto en su salud mental8-11. De este modo, los pacientes diagnosticados tienen una mayor prevalencia de comorbilidades, entre las que destacan los trastornos psiquiátricos como la ansiedad y la depresión. Y a diario, además, se enfrentan al estigma social y la discriminación.
Por todo esto, el abordaje del vitíligo debe contemplar tanto el tratamiento de las lesiones cutáneas como la valoración del estado psicológico del paciente, y tener en cuenta, además, que el impacto psicosocial es aún mayor cuando los pacientes presentan afectación facial y en zonas visibles9.
Objetivo del tratamiento
A la hora de planificar el manejo de la enfermedad, la prioridad es detener la progresión de la enfermedad, promover la repigmentación y prevenir las recaídas. En ese sentido, el objetivo en el tratamiento del vitíligo es detener la progresión de la enfermedad, frenando la destrucción de los melanocitos por parte del sistema inmune, favorecer la repigmentación a través de la diferenciación y proliferación de melanocitos, y mantener la repigmentación a lo largo del tiempo12-13.
Hasta ahora, no hay un tratamiento preferente para el vitíligo y las únicas terapias de las que se dispone no están indicadas ni son específicas para el manejo de estos pacientes. Es decir, existe una necesidad no cubierta de opciones de tratamiento seguras y eficaces para tratar el vitíligo14. De hecho, en España, el 75% de los pacientes diagnosticados no recibe ningún tratamiento15.
Si bien, se acaba de abrir una puerta para mejorar la calidad de vida de quienes sufren esta condición dermatológica con Opzelura (ruxolitinib). Es el primer tratamiento para vitíligo no segmentario, un inhibidor selectivo de las quinasas asociadas a Janus (JAK) JAK1 y JAK2, tópico, aprobado y financiado. Se dirige a las vías inflamatorias responsables de la patogénesis del vitíligo16. La inhibición de la vía JAK-STAT disminuye la destrucción autoinmune de los melanocitos y, además, la modulación de la respuesta inflamatoria permite crear un entorno que facilita su regeneración gradualmente.
El tratamiento con ruxolitinib crema se ha evaluado en dos ensayos clínicos de fase III, aleatorizados y controlados, de 52 semanas de duración, TRuE-V1, TRuE-V2, que han demostrado su eficacia en el manejo de esta enfermedad autoinmune. Uno de cada dos pacientes alcanzó una repigmentación del 75 % a la semana 52 independiente del tamaño de la lesión facial17. Y la formulación en crema de administración tópica hace que la exposición sistémica sea lo suficientemente baja como para no provocar los efectos sistémicos asociados a los inhibidores de JAK orales. En consecuencia, posibilita el tratamiento a largo plazo.
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