Científicos de la Universidad de Nagoya han establecido que el uso de inhibidores de las tirosín-quinasas (TKIs) en combinación con agentes anti-PD-L1 se asocia a mayor toxicidad tiroidea, en comparación con la monoterapia con anti-PD-L1. En los más de 700 pacientes tratados con uno u otro régimen la incidencia de ...
Científicos de la Universidad de Nagoya han establecido que el uso de inhibidores de las tirosín-quinasas (TKIs) en combinación con agentes anti-PD-L1 se asocia a mayor toxicidad tiroidea, en comparación con la monoterapia con anti-PD-L1. En los más de 700 pacientes tratados con uno u otro régimen la incidencia de tiroiditis destructiva, hipotiroidismo aislado o de otras disfunciones tiroideas fue significativamente mayor con la terapia de combinación.
Así lo afirma Shintaro Iwama, director del estudio, quien prosigue indicando que los pacientes más susceptibles fueron los que al inicio ya presentaban autoanticuerpos contra la tiroides, ya que todos desarrollaron disfunción de este órgano en las 48 semanas siguientes al inicio del tratamiento. Notablemente, en los pacientes con carcinoma de células renales o con cánceres ginecológicos, la adición de TKIs a la terapia con anti-PD-L1 careció de impacto significativo sobre la supervivencia global, en comparación con la inmunoterapia sola.
Iwama señala que estudios previos ya habían establecido que tanto los TKIs como los inhibidores de los puntos de control inmunológico aumentan el riesgo de disfunción tiroidea, siendo este riesgo especialmente elevado con el uso de anticuerpos anti-PD-L1 o anti-PD-1, en comparación con los agentes anti-CTLA-4. Aunque algunos grandes ensayos han confirmado algunas de estas asociaciones, hasta ahora no existían datos derivados del análisis prospectivo y seriado, a intervalos regulares, de los niveles séricos de hormonas tiroideas en pacientes de la práctica clínica habitual, concluye el investigador.