La llegada del verano conlleva una serie de cambios climatológicos, atmosféricos y de comportamiento que afectan a nuestras rutinas, patrones de sueño y dieta, entre otras cosas. Estas variaciones influyen en todas las personas, aunque no de la misma manera. En el caso de las personas con migraña, es posible que ...
La llegada del verano conlleva una serie de cambios climatológicos, atmosféricos y de comportamiento que afectan a nuestras rutinas, patrones de sueño y dieta, entre otras cosas. Estas variaciones influyen en todas las personas, aunque no de la misma manera.
En el caso de las personas con migraña, es posible que la temporada estival incida en la aparición de un mayor número de episodios de migraña. O tal y como explica el Dr. Jaime Rodríguez Vico, responsable de la Unidad de Cefaleas del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, provocar todo lo contrario. "Cada paciente con migraña tiene una combinación determinada de genes que le hacen más sensible a determinados factores desencadenantes de la cefalea migrañosa. Por tanto, hay pacientes que empeoran en verano y otros que incluso llegan a sentir una mejora en la sintomatología".
La migraña es una condición neurológica debilitante que afecta, según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), al 15-20% de las mujeres y a entre el 5 y el 8% de los hombres. Se trata de una cefalea primaria frecuente e incapacitante, cuyos episodios de dolor suelen durar, al menos, más de cuatro horas si no se tratan. El dolor, de carácter pulsátil, es de intensidad moderada o severa y se localiza habitualmente en un único lado de la cabeza. Además, las crisis de migraña traen consigo una carga de síntomas incapacitantes que pueden incluir náuseas, vómitos, fotofobia y/o sonofobia.
En verano, confluyen diversos factores que influyen en la aparición de episodios migrañosos. Para las personas con migraña, "las altas temperaturas y los cambios de las rutinas, en el patrón de sueño y hormonales, asociados a modificaciones en las rutinas de trabajo" son indicadores de que se acerca un período sensible para muchos de ellos y, por tanto, es el momento de tomar las medidas de prevención necesarias, explica el doctor. En este sentido, el especialista recomienda evitar grandes cambios en las rutinas diarias. "El cerebro migrañoso se adapta mal a los cambios", resalta Rodríguez Vico.
El efecto de las altas temperaturas también afecta a la respuesta de nuestro cuerpo provocando, por ejemplo, deshidratación. Una condición que propicia la aparición de cefaleas en personas sin migraña por lo que, en personas que sí padecen esta enfermedad, puede exacerbarse. Por ello, es importante mantener una buena hidratación constante, aunque no se tenga sensación de sed, incrementando la ingesta de líquidos. Asimismo, consumir alimentos frescos, especialmente en épocas de altas temperaturas, es una excelente manera de combatir el calor y prevenir la deshidratación.
Por lo general, son recomendables todas las acciones que se tomen proactivamente para defender nuestro organismo de las altas temperaturas, como usar ropa clara, gorros o sombreros y gafas de sol. Reducir la exposición al sol y humedecer la frente y el cuello favorecen también el descenso de la temperatura corporal y, en consecuencia, ayudan a la prevención de la cefalea.
Medidas preventivas como estas pueden marcar la diferencia entre un menor o mayor número de episodios migrañosos. Además, estas recomendaciones pueden aplicarse en todo tipo de migraña, ya sea episódica (paciente que presenta cefalea menos de 15 días al mes) o crónica (cefalea más de 15 días al mes) .
El verano es también el momento en el que el cambio de rutina ofrece un alivio en muchos pacientes. La reducción del estrés y la disminución del consumo de cafeína son algunos de los aspectos propios de las vacaciones que, precisamente, ayudan a mejorar a muchos pacientes, mientras que en otros la abstinencia a la cafeína o un descanso y descenso de estrés brusco puede ser un desencadenante de un episodio migrañoso.
La llegada del verano trae, por tanto, cambios que influyen en la migraña, afectando a cada paciente de manera diferente. Aclarar los mitos y falsas creencias sobre su impacto es clave para que los pacientes gestionen adecuadamente su condición durante las vacaciones, cuando las visitas al neurólogo tienden a reducirse.
Acudir al neurólogo
El alto impacto físico, emocional y social de esta enfermedad neurológica puede manejarse con una rutina estable y una serie de medidas preventivas que ayuden a minimizar los desencadenantes, permitiendo disfrutar de un verano pleno y sin migrañas.
En este sentido, concluye el Dr. Rodríguez Vico, "es importante que las personas que ya sufren episodios de migraña acudan al especialista, en este caso el Neurólogo, para que, de manera conjunta, se puedan poner en marcha acciones que ayuden a minimizar el impacto en la calidad de vida de estos pacientes".