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Se estudia un nuevo enfoque para tratar uno de los cánceres cerebrales más malignos 

La investigación relacionada con los glioblastomas, un cáncer cerebral muy agresivo, resulta, hasta el momento, muy escasa, al considerarse un tipo de tumor poco frecuente, por lo que no afecta a grandes sectores de la población. Sin embargo, se ha retomado la investigación con la terapia alfa dirigida (TAT), cuya principal ventaja es la de administrar grandes cantidades de radiación letal al tumor a una distancia muy corta.

09/07/2024

Los glioblastomas (GB) son problemáticos porque crecen muy rápidamente y se propagan más allá del tumor fácilmente visible hacia el tejido cerebral normal, lo que dificulta la administración de la dosis necesaria de radiación para matar el cáncer. El tratamiento estándar actual para el GB es la cirugía, asociada a ...

Los glioblastomas (GB) son problemáticos porque crecen muy rápidamente y se propagan más allá del tumor fácilmente visible hacia el tejido cerebral normal, lo que dificulta la administración de la dosis necesaria de radiación para matar el cáncer. El tratamiento estándar actual para el GB es la cirugía, asociada a radioterapia externa y un fármaco quimioterapéutico, la temozolomida. Sin embargo, las tasas de supervivencia de menos del 5-10% a los cinco años han llevado a los investigadores a explorar opciones alternativas.

La investigación en este terreno resulta muy escasa, ya que, en principio, el glioblastoma es un cáncer poco frecuente, por lo que no afecta a grandes sectores de la población.

Es el caso de científicos de la Universidad del Sur de Australia que están realizando sus propias investigaciones con la terapia alfa dirigida (TAT), cuyos resultados han sido publicados en ´Targeted Oncology´. "A diferencia de la radioterapia de haz externo, que administra la radiación de manera más difusa sobre un volumen mayor, la TAT administra grandes cantidades de radiación letal al tumor a una distancia muy corta, alcanzando su objetivo sin afectar significativamente el tejido sano circundante", explicó la investigadora Maram El Sabri. 

"Las partículas alfa son hasta 10 veces más potentes que la radioterapia de fotones estándar y matan las células cancerosas o, al menos, retardan su crecimiento futuro al dañar su ADN", explicó, al respecto, la investigadora Maram. "A diferencia de la radioterapia de haz externo, que administra la radiación de manera más difusa sobre un volumen mayor, la TAT administra grandes cantidades de radiación letal al tumor a una distancia muy corta, alcanzando su objetivo sin afectar significativamente el tejido sano circundante", agregó.

Según datos aportados por dichos investigadores, las partículas alfa podrían ser hasta 10 veces más potentes que la radioterapia de fotones estándar y matan las células cancerosas o retardan su crecimiento futuro al dañar su ADN.

"La TAT fue propuesta por primera vez para la terapia contra el cáncer hace más de 20 años por el científico investigador australiano de renombre internacional, el profesor Barry Allen, quien murió en 2019 de cáncer. Se adelantó a su tiempo. Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que los médicos aceptaron gradualmente la TAT y se realizaron estudios en animales (preclínicos) y humanos (clínicos)", explicó, por su parte, la prof. Eva Bezak.

"A lo largo de estos años se han logrado muy pocos avances en el tratamiento del glioblastoma en las últimas décadas, lo que ha provocado un renovado interés en la TAT", indicó otro de los investigadores, Frank Saran, profesor clínico adjunto en UniSA y oncólogo radioterapeuta experimentado.

Desde el punto de vista de dichos investigadores, los estudios preclínicos muestran resultados muy prometedores. "Los emisores alfa son hasta diez veces más tóxicos para las células que la radiación gamma, que se utiliza en la radiación de haz externo. Además, en comparación con el coste de la inmunoterapia actual o de los fármacos de focalización molecular, la terapia alfa dirigida es relativamente barata".

En su doctorado, la prof. Maram está desarrollando un modelo computacional para calcular cómo se puede administrar TAT de manera más efectiva al cerebro después de la cirugía y en combinación con el tratamiento de radiación convencional y las quimioterapias, apuntando específicamente a las células cancerosas residuales y administrando una radiación más efectiva al tumor.

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