Un estudio cohorte ha realizado el seguimiento de 500 personas que estuvieron expuestas durante su gestación a la radiación del accidente nuclear de Chernobyl. Este trabajo, publicado en la revista académica International Journal of Radiation Biology, sugiere que puede asociarse la dosis de radiación tiroidal intrauterina que recibieron las madres ...
Un estudio cohorte ha realizado el seguimiento de 500 personas que estuvieron expuestas durante su gestación a la radiación del accidente nuclear de Chernobyl. Este trabajo, publicado en la revista académica International Journal of Radiation Biology, sugiere que puede asociarse la dosis de radiación tiroidal intrauterina que recibieron las madres durante el embarazo con el coeficiente intelectual de sus hijos e hijas.
Los autores del trabajo han visto que los fetos que estuvieron expuestos a la radiación emitida tras el accidente durante las primeras semanas del embarazo tenían un menor coeficiente intelectual que los que estuvieron expuestos en una fase avanzada de gestación. La radiación afectó tanto a su desarrollo neurológico como a sus niveles de hormonas tiroidales.
El estudio, liderado por la investigadora del Institut d´Investigació en Atenció Primària Jordi Gol (IDIAPJGol) Liudmila Liutsko destaca que existe una relación compleja entre la dosis de radiación ionizante intrauterina, los niveles de hormonas tiroideas segregadas durante adolescencia y el desarrollo cognitivo de las personas afectadas.
El trabajo muestra que haber recibido dosis de radiación más altas durante la gestación y segregar más cantidad de la hormona tiroidal T3 durante la adolescencia está asociado con coeficientes intelectuales más bajos. También observa diferencias significativas entre los niveles de las hormonas tiroideas T3 y T4 entre el grupo que estuvo más expuesto a la radiación y el que lo estuvo menos, por lo que los individuos del primer grupo tenían niveles más altos de T3 y más bajos de T4 que el segundo.
Estrés provocado por el desastre
Los cambios en la segregación de la hormona T3 se pueden producir por la exposición a la propia radiación ionizante, pero también por el estrés experimentado por las gestantes debido al desastre y la evacuación posterior. Por esta razón, el equipo investigador considera la posibilidad de que la alteración en la secreción de esta hormona podría ser una combinación de ambos factores.
Liutsko destaca que "en las evaluaciones cognitivas de las personas sometidas a dosis altas durante la gestación es necesario considerar el momento en que estuvieron expuestas a la radiación". La investigadora principal del estudio también recomienda "ofrecer mayor protección radiológica a las mujeres embarazadas, sobre todo durante primeras veinte semanas de gestación, de modo que, si es necesario que una gestante se someta a un diagnóstico o a un tratamiento que comporte el uso de radiación ionizante, conviene hacerlo lo más tarde posible". La primera firmante del trabajo añade que, "por prevención, en caso de tener que atender a mujeres no conscientes y que no estén acompañadas es mejor sustituir, si se puede, la realización de pruebas que impliquen radiación ionizante, como TACs o radiografías, por otras no irradiantes o bien utilizar un equipamiento protector".
Estudio cohorte
El equipo investigador estudió dos grupos formados por 250 personas cada uno, nacidos entre el momento del accidente nuclear de Chernobyl y los meses posteriores, entre el 26 de abril de 1986 y el 1 de marzo de 1987. El primer grupo incluía a los individuos con madres que residían en áreas fuertemente contaminadas y el segundo, personas nacidas de madres que vivían en zonas menos contaminadas, con dosis de radiación tiroidal estimadas más bajas.
Este estudio forma parte de la investigación que lleva a cabo la Comisión Internacional de la Protección Radiológica (ICRP), que tiene como objetivo revisar las evidencias actuales para ajustar, si es necesario, las normas de radiación para proteger la salud y bienestar de las futuras generaciones.