Desde la llegada de los antivirales de acción directa (AAD), cerca de 165.000 pacientes con hepatitis C1 han sido tratados en España. Sin embargo, se estima que todavía quedan entre 20.000 y 30.000 pacientes con la enfermedad que deben ser diagnosticados y tratados. En los últimos años, se han logrado avances significativos ...
Desde la llegada de los antivirales de acción directa (AAD), cerca de 165.000 pacientes con hepatitis C1 han sido tratados en España. Sin embargo, se estima que todavía quedan entre 20.000 y 30.000 pacientes con la enfermedad que deben ser diagnosticados y tratados.
En los últimos años, se han logrado avances significativos en la prevención y tratamiento de las hepatitis virales, especialmente en la hepatitis C2. Sin embargo, esta patología sigue representando un desafío para la salud pública2. La ralentización de la búsqueda, diagnóstico y tratamiento de pacientes, causada por la inacción, puede tener consecuencias muy negativas en los pacientes, en el sistema sanitario y en la sociedad general.
En los últimos años hemos trabajado muy duro para diagnosticar y tratar a todos los pacientes con hepatitis C. Pero es el momento de dar un paso más y hacer un esfuerzo conjunto para encontrar a aquellos pacientes que padecen la enfermedad y no son conscientes antes de que sea demasiado tarde.
Las infecciones crónicas por el VHC pueden permanecer clínicamente silenciosas y el diagnóstico puede ser un desafío, ya que los síntomas aparecen una vez que la enfermedad ha progresado significativamente.
Sin tratamiento, la hepatitis C puede causar inflamación y daño continuo al hígado, resultado en fibrosis y, eventualmente, cirrosis. Esto puede conducir a insuficiencia hepática, una condición potencialmente mortal que requiere de un trasplante de hígado. La detección temprana y el tratamiento de la hepatitis C pueden reducir este riesgo, pero la falta de acciones de cribado activo puede llevar a la detección de la enfermedad en etapas avanzadas, cuando las opciones de tratamiento son limitadas y menos efectivas.
Por este motivo, es esencial poner en marcha medidas para promover la detección de la enfermedad. Y es que el freno del diagnóstico y tratamiento de la hepatitis C también tiene implicaciones para la salud pública. Las personas no tratadas pueden seguir siendo una fuente de infección por lo que el control y la reducción de la transmisión del VHC son muy importantes.
Además de todo esto, la pasividad frente a la hepatitis C tiene también consecuencias económicas. Los costos asociados con el manejo de las complicaciones avanzadas como la cirrosis, el cáncer de hígado o los trasplantes de hígado son elevados. Además, debemos tener en cuenta la pérdida de productividad debido a la enfermedad y la incapacidad laboral, ambas contribuyen a una económica significativa, tanto para los pacientes como para los sistemas de salud.
Por todo ello, es decisivo que los sistemas de salud, los profesionales y la sociedad en general reconozcan la importancia de actuar contra la hepatitis C y la necesidad de implementar estrategias de búsqueda de pacientes infectados.
El compromiso colectivo es fundamental para lograr la eliminación de la hepatitis C y mejorar la calidad de vida de miles de personas afectadas. Actuar no solo salvará vidas, también aliviará la carga en el sistema sanitario y la economía. España va por el buen camino, acercándonos cada vez más al objetivo de la OMS de erradicar la Hepatitis C para 2030.
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Referencias
1. Plan Nacional de Salud Hepática Reto 2032. Asociación Española para el Estudio del Hígado
2. Sanidad constata la mejora en la detección precoz de la hepatitis C y el avance hacia la eliminación de las hepatitis víricas como problema de Salud Pública para 2030. https://www.sanidad.gob.es/gabinete/notasPrensa.do?id=6237