Las lesiones cerebrales agudas producidas tras un accidente cerebrovascular isquémico son una de las principales causas de mortalidad y discapacidad a largo plazo en adultos. Además de la mortalidad y morbilidad tempranas debidas a la lesión cerebral isquémica en sí, la morbilidad a largo plazo después de un episodio de ...
Las lesiones cerebrales agudas producidas tras un accidente cerebrovascular isquémico son una de las principales causas de mortalidad y discapacidad a largo plazo en adultos. Además de la mortalidad y morbilidad tempranas debidas a la lesión cerebral isquémica en sí, la morbilidad a largo plazo después de un episodio de este tipo también se debe a la alta prevalencia de comorbilidades y complicaciones secundarias, como deterioro cognitivo y demencia, depresión posterior al accidente cerebrovascular, eventos cardíacos, inflamación vascular persistente y trastornos metabólicos inducidos por dicho tipo de accidente.
"Sin embargo, hasta ahora se han realizado pocas investigaciones sobre los efectos de las lesiones cerebrales en la inmunidad sistémica", como afirma el prof. Arthur Liesz, del Instituto de Investigación sobre Ictus y Demencia (ISD) del Hospital Universitario Ludwig-Maximilians de Múnich (LMU) (Alemania) .
En un nuevo estudio, publicado recientemente en la revista ´Cell´, el equipo de investigadores del prof. Liesz trabajó sobre la hipótesis de que la alta tasa de comorbilidades que se desarrollan después de un ictus podría tener una causa inmunológica común. Sus hallazgos, en este sentido, les ha llevado a afirmar a que el origen de las disfunciones en otras partes del organismo se encuentra en la memoria inmunológica de las células productoras de sangre en la médula ósea.
Mediante técnicas de secuenciación unicelular, observaron la presencia de cambios proinflamatorios permanentes en el transcriptoma de determinadas células inmunitarias (monocitos/macrófagos) en varios órganos. Tal como explicaron, determinados segmentos genéticos se transcriben de forma diferente después del ictus, lo que desequilibra el proteoma. Estas modificaciones epigenéticas se producen con mayor frecuencia en el corazón, donde pueden provocar cicatrices y perjudicar la función de bombeo. "Hemos conseguido identificar a la proteína IL-1b como la principal responsable de las modificaciones epigenéticas que afectan a la memoria inmunológica tras un ictus", afirmó el prof. Liesz.
Enfoques prometedores
Los investigadores demostraron en un modelo de ratón la relación entre la formación de sangre modificada en la médula ósea a través de la sobreexpresión de IL-1b y las disfunciones cardíacas. Además, demostraron que el bloqueo de IL-1b y la inhibición de la migración de las células proinflamatorias al corazón previenen con éxito los problemas cardíacos después de un ictus.
"Estos hallazgos abren la posibilidad de enfoques terapéuticos eficaces para la prevención de enfermedades cardíacas secundarias después de un ictus", aseguró el prof. Liesz.
Los autores del estudio se muestran convencidos de que los mecanismos epigenéticos que describieron para la reprogramación del sistema inmunológico en el eje cerebro-corazón crearán un nuevo marco para explicar el desarrollo de diversas comorbilidades mediadas por IL-1b. "Nuestro estudio destaca los cambios epigenéticos mediados por IL-1β y el reclutamiento de células reprogramadas al corazón sano como eventos críticos en el desarrollo de disfunción orgánica secundaria crónica después de un accidente cerebrovascular", concluyó dicho investigador.