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Posible vínculo entre los ácidos grasos de la sangre del cordón umbilical y el autismo

La eficacia de la intervención temprana para niños con trastorno del espectro autista está clínicamente demostrada. Es por ello que se hacen cada vez mayores esfuerzos para su detección desde los primeros momentos de vida, lo cual podría mejorar la intervención y el apoyo futuro a los afectados con TEA.

30/07/2024

 En las últimas décadas se ha incrementado notablemente el conocimiento y conciencia sobre el trastorno del espectro autista (TEA), especialmente en lo que respecta a su prevalencia y efecto en la vida de las personas afectadas. Aunque las causas exactas del TEA no están claras, la evidencia disponible actualmente apunta ...

 En las últimas décadas se ha incrementado notablemente el conocimiento y conciencia sobre el trastorno del espectro autista (TEA), especialmente en lo que respecta a su prevalencia y efecto en la vida de las personas afectadas. Aunque las causas exactas del TEA no están claras, la evidencia disponible actualmente apunta a la neuroinflamación como un factor importante.

Sin embargo, todavía queda terreno por explorar en torno a esta patología. Así lo consideran investigadores de la Universidad de Fukui (Japón) que han llevado a cabo, recientemente, un estudio en el que se demuestra un vínculo significativo entre los niveles de hidroxiácidos grasos específicos en la sangre del cordón umbilical y los síntomas del TEA, tal como se expone en la revista ´Psychiatry and Clinical Neurosciences´.

En concreto, el objetivo del estudio fue examinar la asociación entre los metabolitos de los ácidos grasos poliinsaturados en la sangre del cordón umbilical y los síntomas del TEA y el funcionamiento adaptativo en niños. "El metabolismo del citocromo P450 (CYP) forma ácidos grasos epoxi (EpFA), que tienen efectos antiinflamatorios, y ácidos grasos dihidroxi, o ´dioles´, que poseen propiedades inflamatorias. Planteamos la hipótesis de que la dinámica de los ácidos grasos poliinsaturados  y sus metabolitos (CYP-PUFA) durante el período fetal, es decir, niveles más bajos de EpFA, niveles más altos de diol y/o mayores enzimas metabólicas de EpFA, influirían en los síntomas del TEA y las dificultades con el funcionamiento diario en los niños después del nacimiento", tal como expuso el prof. Hideo Matsuzaki, del Centro de Investigación para el Desarrollo Mental Infantil de la Universidad de Fukui.

Para comprobar esta hipótesis, los investigadores estudiaron la relación entre los metabolitos de PUFA en la sangre del cordón umbilical y las puntuaciones de TEA en 200 niños. Las muestras de sangre del cordón umbilical se habían recogido inmediatamente después del nacimiento y se habían conservado adecuadamente, mientras que los síntomas de TEA y el funcionamiento adaptativo se evaluaron cuando los mismos niños tenían seis años, con la ayuda de sus madres.

Hallazgos de interés

Después de un exhaustivo análisis estadístico de los resultados, los investigadores identificaron un compuesto en la sangre del cordón umbilical que puede tener fuertes implicaciones para la gravedad del TEA, concretamente el ácido 11,12-dihidroxieicosatrienoico (diHETrE), un ácido graso dihidroxi derivado del ácido araquidónico.

"Los niveles de diHETrE, un diol derivado del ácido araquidónico, en la sangre del cordón umbilical al nacer afectaron significativamente los síntomas de TEA posteriores en los niños y también se asociaron con un deterioro del funcionamiento adaptativo. Estos hallazgos sugieren que la dinámica de diHETrE durante el período fetal es importante en la trayectoria de desarrollo de los niños después del nacimiento", explicó el profesor Matsuzaki.

En concreto, los investigadores descubrieron que los niveles más altos de la molécula 11,12-diHETrE tenían un impacto en las interacciones sociales, mientras que los niveles bajos de 8,9-diHETrE influían en las conductas repetitivas y restrictivas. Además, esta correlación era más específica para las niñas que para los niños.

Al medir los niveles de diHETrE al nacer, según los investigadores, sería posible predecir la probabilidad de desarrollo deTEA en los niños. De ahí que dicha investigación pueda abrir una vía para que los investigadores desentrañen las lagunas científicas que rodean al TEA, partiendo de que una mejor comprensión y un diagnóstico temprano pueden mejorar la vida de las personas con esta patología.

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