Un equipo investigador del Centro de Tecnología Ambiental, Alimentaria y Toxicológica (TecnATox) ha estudiado la presencia de productos nocivos en la ropa de niños y embarazadas. El proyecto EarlyCLOTHES, conducido por investigadores de la Universidad Rovira i Virgili y el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili, ha detectado una mayor ...
Un equipo investigador del Centro de Tecnología Ambiental, Alimentaria y Toxicológica (TecnATox) ha estudiado la presencia de productos nocivos en la ropa de niños y embarazadas. El proyecto EarlyCLOTHES, conducido por investigadores de la Universidad Rovira i Virgili y el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili, ha detectado una mayor presencia de compuestos tóxicos en aquellas piezas confeccionadas con material sintético. En cambio, en aquellas fabricadas con tejidos orgánicos se ha detectado una mayor presencia de un conocido compuesto cancerígeno, utilizado para evitar que la ropa se arrugue cuando se expone en la tienda. Los resultados ponen de manifiesto la importancia de lavar la ropa antes de su estreno ya que este sencillo procedimiento cotidiano reduce significativamente la concentración de sustancias tóxicas. Los autores reivindican la necesidad de endurecer la legislación que regula la presencia de compuestos químicos nocivos en la ropa.
El sector textil fabrica el doble de prendas que hace veinte años, según datos del Banco Mundial. Este incremento ha alimentado unos hábitos de consumo que no han dejado de crecer: el consumidor medio de hoy compra un 60% más de ropa que hace veinte años. La industria textil es la tercera más contaminante del mundo y es responsable del 20% de las aguas residuales del planeta, debido a los productos químicos que se utilizan en los procesos de fabricación. Estos conocidos contaminantes no sólo tienen impacto en el medio ambiente, sino que la comunidad científica los relaciona con un incremento de patologías cutáneas y desajustes hormonales.
"Consideramos oportuno averiguar qué contaminantes químicos hay en la ropa que compramos, especialmente en la que visten dos grupos de población vulnerables, como son las mujeres embarazadas y los niños", recuerda Martí Nadal, investigador de TecnATox. El equipo investigador compró prendas en diferentes tipos de establecimientos —pequeños comercios, centros comerciales y tiendas online— y las estudió buscando una amplia gama de compuestos químicos nocivos.
Se analizaron los niveles de 55 clases de aminas aromáticas, subproductos de los colorantes azoicos, ampliamente utilizados en la industria por su durabilidad y vivacidad. También se evaluaron los niveles de bifenilos policlorados y formaldehído, dos sustancias cancerígenas. Por último, se incluyeron en el análisis varios metales pesados y el bisfenol A, un conocido disruptor endocrino capaz de causar desajustes en los sistemas hormonales de las personas, responsables de procesos de crecimiento, reproducción, etc.
Las muestras de ropa sintética, como el poliéster, el elastán o la poliamida, presentaron una mayor concentración de aminas, metales pesados como el titanio y bisfenoles en comparación con los tejidos de algodón. Los resultados también revelaron que el algodón orgánico contiene concentraciones significativamente menores de contaminantes en comparación con las muestras de algodón convencional. El contraste fue significativo en el caso del bisfenol A y bisfenilos policlorados, conocidos disruptores endocrinos. "Sorprendentemente, los niveles de formaldehído, una sustancia cancerígena que se utiliza para evitar que la ropa se arrugue en la tienda, resultaron ser más elevados en la ropa de algodón orgánico", explica Nadal, investigador principal del proyecto.
Si bien ninguno de los compuestos detectados superó el umbral estipulado por la legislación, los investigadores alertan de que no existe control alguno sobre la cantidad total de compuestos presente en los tejidos o los efectos que pueda tener este "cóctel de químicos" en las personas. "Podría haber un riesgo para la salud derivado de la exposición combinada al conjunto de químicos presentes en la ropa, especialmente para los bebés, debido al bajo peso corporal ya la exposición prolongada a los tejidos", pone de manifiesto Nadal.
En una segunda fase del proyecto, el equipo investigador estudió los efectos de un lavado estándar en las concentraciones de formaldehído. Es decir, lavaron aquellas prendas con mayor concentración de esta sustancia en una lavadora doméstica. Nadal considera que lavar la ropa antes de su primer uso es una «recomendación muy relevante, en términos de salud pública», ya que fueron incapaces de detectar la presencia de formaldehído después de un solo lavado.
Los resultados del proyecto evidencian la importancia de intensificar la presión legislativa sobre la industria textil y controlar una mayor variedad de sustancias. Asimismo, el equipo investigador considera importante implantar nuevos certificados que verifiquen la ausencia de componentes nocivos en los tejidos, de modo que el consumidor tenga acceso a esta información antes de adquirir el producto. En este sentido, Martí Nadal reitera: "No es suficiente con utilizar materias primas de agricultura ecológica; el proceso de fabricación debe estar basado en sustancias no perjudiciales para la salud".
El proyecto EarlyCLOTHES se llevó a cabo entre 2020 y 2023 con financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación y de la Agencia Estatal de Investigación. Aparte de los investigadores de TecnATox, de la Universidad Rovira i Virgili y del Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili, también colaboraron profesionales del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDEA-CSIC) de Barcelona y de la Universidad de São Paulo de Brasil.