Un reciente estudio dirigido por investigadores del Instituto de Ciencias Evaluativas Clínicas (ICES) y el Hospital de Ottawa (Canadá) afirma que un 32 % de personas con un trastorno alimentario presenta niveles anormales de electrolitos, resultados que se asocian con un mayor riesgo de muerte por cualquier causa. Dichas anomalías ...
Un reciente estudio dirigido por investigadores del Instituto de Ciencias Evaluativas Clínicas (ICES) y el Hospital de Ottawa (Canadá) afirma que un 32 % de personas con un trastorno alimentario presenta niveles anormales de electrolitos, resultados que se asocian con un mayor riesgo de muerte por cualquier causa. Dichas anomalías electrolíticas, según el trabajo publicado en ´The Lancet Psychiatry´, también estarían relacionadas con el desarrollo de otras afecciones de salud graves, como enfermedad renal crónica, fractura ósea, obstrucción intestinal y lesión renal aguda.
Se trata de uno de los primeros estudios a gran escala basados en la población que identifica un factor de riesgo importante para la mortalidad y los malos resultados de salud en personas que sufren trastornos alimentarios. Los investigadores incluyeron a más de 6.000 personas de 13 años de edad o más, con una edad media de 27 años, con un trastorno alimentario, a los que se les había realizado una prueba de nivel de electrolitos dentro del año posterior al diagnóstico, según constaba en un registro de hospitalización o de un departamento de emergencias de la provincia de Ontario, Canadá.
La mayoría de las personas incluidas en el estudio fueron diagnosticadas con un trastorno alimentario no especificado (trastorno alimentario que no entra dentro de los criterios de anorexia, bulimia y atracones (59%)), seguido de anorexia nerviosa (22%) y bulimia nerviosa (15%).
Mujeres, más afectadas
Entre los principales resultados del trabajo cabe destacar el mayor porcentaje de afectados, un 89%, correspondía a mujeres menores de 30 años. Un total de 1.987 personas (32%) tenían una anomalía electrolítica y muchas tenían problemas de salud coexistentes. Las anomalías electrolíticas también se asociaron con un mayor riesgo de hospitalización y otros problemas de salud graves, pero no con un riesgo de infección o de enfermedad cardíaca. Finalmente, el 16% murió, en comparación con el 6% de aquellos que carecían de una anomalía electrolítica.
"Este estudio demuestra que los trastornos alimentarios lo suficientemente graves como para provocar alteraciones electrolíticas tienen importantes consecuencias para la salud a largo plazo del paciente", señaló el autor principal, el Dr. Gregory Hundemer, científico adjunto del ICES, nefrólogo y titular de la Cátedra Lorna Jocelyn Wood de Investigación Renal en el Hospital de Ottawa y profesor adjunto de la Universidad de Ottawa.
Los investigadores sugieren que los hallazgos pueden ayudar a redefinir la forma en que los médicos califican la gravedad de los trastornos alimentarios, que actualmente se basa en el índice de masa corporal del paciente y la frecuencia de conductas como los episodios de atracones