La detección temprana del cáncer permite aumentar las posibilidades de curación mediante tratamientos eficaces. Una de esas enfermedades es el cáncer de riñón. El cáncer de riñón es el noveno más común en los hombres y el decimocuarto en las mujeres, y es en gran medida curable si se trata en ...
La detección temprana del cáncer permite aumentar las posibilidades de curación mediante tratamientos eficaces. Una de esas enfermedades es el cáncer de riñón. El cáncer de riñón es el noveno más común en los hombres y el decimocuarto en las mujeres, y es en gran medida curable si se trata en una etapa temprana. Pero casi nueve de cada diez pacientes (87%) no presentarán síntomas en la etapa en que aún es curable.
Se da la circunstancia de que los cánceres de pulmón y riñón comparten factores de riesgo, de ahí que desde el Yorkshire Cancer Research, en colaboración con expertos de la Universidad de Cambridge, pusieron en marcha un programa, el ´Yorkshire Kidney Screening Trial´ para comprobar si el cribado del cáncer de riñón podía realizarse al mismo tiempo que el del cáncer de pulmón. "Sabemos que los fumadores que tienen un alto riesgo de cáncer de pulmón también tienen lo tienen con el cáncer de riñón, por lo que tiene sentido un programa de estas características", según señaló el prof. Grant Stewart, cirujano urólogo de la Universidad de Cambridge e investigador principal del estudio, publicado en la revista ´European Urology´.
Se ofrecieron tomografías computarizadas abdominales a 4.019 "alguna vez fumadores", es decir, personas que habían fumado en algún momento de su vida, de entre 55 y 80 años de edad, que asistían a un ensayo de detección de cáncer de pulmón entre mayo de 2021 y octubre de 2022.
De aquellos a quienes se les ofreció la exploración abdominal adicional, más de nueve de cada diez (93%) aceptaron. De estos, casi dos tercios (64%) obtuvieron exploraciones abdominales normales. Uno de cada cinco (20%) requirió una revisión de imágenes, pero no se tomaron medidas adicionales. El 15% requirió más investigaciones en una revisión clínica.
Uno de cada veinte (5,3%) participantes tenía un hallazgo grave no detectado previamente que solo se veía en las tomografías computarizadas abdominales, incluidos cáncer de riñón y otros cánceres abdominales, aneurismas aórticos abdominales (una hinchazón en la arteria que transporta sangre desde el corazón hasta el abdomen, que puede ser grave porque corre el riesgo de estallar) y cálculos renales.
"Pudimos aprovechar un estudio de detección específico existente para ´agregar´ una prueba de detección adicional. Los pacientes se mostraron muy receptivos a que se les realizaran pruebas de detección de varias enfermedades, y este enfoque nos ayudó a identificar hallazgos graves en uno de cada 20 participantes que presentaban una posibilidad real de amenazar seriamente su esperanza de vida o de tener un impacto sustancial en sus vidas", señaló el prof. Stewart.
No obstante, dado que los ensayos se diseñaron para permitir una revisión clínica sólida de los hallazgos radiológicos y líneas de comunicación claras con las especialidades asociadas para determinar si se necesitaban más pruebas o consultas clínicas, solo una tercera parte de ellos (8,5% de los participantes) presentaron hallazgos incidentales que desencadenaron acciones adicionales en forma de consultas clínicas o investigaciones adicionales.