Las intervenciones que mejoran la función auditiva y visual podrían mitigar el deterioro cognitivo y funcional y mejorar la calidad de vida de las personas con demencia, según sugiere un reciente estudio publicado en ´Healthy Longevity de The Lancet´. Dirigido por Trinity College y el Global Brain Health Institute (GBHI), el ...
Las intervenciones que mejoran la función auditiva y visual podrían mitigar el deterioro cognitivo y funcional y mejorar la calidad de vida de las personas con demencia, según sugiere un reciente estudio publicado en ´Healthy Longevity de The Lancet´.
Dirigido por Trinity College y el Global Brain Health Institute (GBHI), el trabajo tuvo como objetivo evaluar el impacto clínico de una intervención de apoyo sensorial (SSI) personalizada, con rehabilitación auditiva y visual, en la calidad de vida y otros resultados en personas con demencia leve a moderada y dificultades sensoriales concurrentes. Los autores partieron de la necesidad de estudios sobre intervenciones pragmáticas y no farmacológicas para la demencia en regiones con diferentes idiomas y sistemas de salud. De ahí este estudio, realizado en cinco países europeos, considerado el mayor ensayo controlado aleatorio realizado hasta la fecha que evalúa la eficacia de una intervención combinada de rehabilitación auditiva y visual para personas con demencia.
"Con la llegada de terapias modificadoras de la enfermedad de Alzheimer, el enfoque de la investigación sobre la demencia se centra cada vez más en la prevención y los esfuerzos para frenar la progresión, a expensas potencialmente de los esfuerzos para apoyar la calidad de vida de los 55 millones de personas en todo el mundo que ya padecen demencia establecida", según la prof. Iracema Leroi, investigadora principal del estudio del Instituto de Salud Cerebral Global y la Facultad de Medicina del Trinity College de Dublín.
Mejor calidad de vida
Los resultados revelaron una mejora significativa en la calidad de vida en el grupo de intervención a las 36 semanas en comparación con el grupo de atención habitual, aunque se observó cierta mejora en la calidad de vida a las 18 semanas en el grupo de intervención.
Los hallazgos del estudio resaltan la importancia de seguir investigando intervenciones no farmacológicas , en particular para personas con demencia avanzada o formas de la enfermedad distintas del Alzheimer, que pueden no beneficiarse de estos nuevos tratamientos. Por tanto, sugiere que se necesitan más pruebas para comprender el impacto en la cognición, los síntomas neuropsiquiátricos y el papel de los familiares como cuidadores.