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Se abre una nueva vía para las intervenciones clínicas ante el creciente problema mundial de la disfunción hepática

El reciente hallazgo de que el hígado no tenga una función constante y estable, sino que es capaz de detectar cambios y ajustar su funcionalidad dependiendo de las necesidades del organismo representa un importante avance para prevenir la progresión de la enfermedad del hígado graso y para el desarrollo de nuevos tratamientos que beneficien también a otros órganos del cuerpo humano. 

21/10/2024

Una baja producción de bilis puede provocar que altos niveles de colesterol fluyan en la sangre, lo que puede contribuir al desarrollo de la enfermedad del hígado graso.Esto puede dañar el hígado y provocar enfermedades más graves, como cirrosis, insuficiencia hepática e, incluso, cáncer de hígado.  Ahora, investigadores de la Universidad ...

Una baja producción de bilis puede provocar que altos niveles de colesterol fluyan en la sangre, lo que puede contribuir al desarrollo de la enfermedad del hígado graso.Esto puede dañar el hígado y provocar enfermedades más graves, como cirrosis, insuficiencia hepática e, incluso, cáncer de hígado. 

Ahora, investigadores de la Universidad de Leeds han detectado que la producción de bilis, que es vital para eliminar el exceso de colesterol del cuerpo, se ve afectada por la velocidad con la que la sangre fluye hacia el hígado a través de la vena "porta" desde el intestino.  

En concreto, el equipo de Leeds ha identificado que la producción de bilis aumenta cuando disminuye el flujo sanguíneo en la vena porta, lo que sucede como resultado del ejercicio o el ayuno. Por el contrario, la producción de bilis es menor cuando aumenta el flujo sanguíneo en la vena porta, lo que sucede cuando las personas comen y descansan. Estos resultados han sido publicados en la revista ´Science Advances´.

La investigadora principal, Dra. Laeticia Lichtenstein, profesora de Nutrientes y Metabolismo en la Facultad de Ciencia de los Alimentos y Nutrición considera increible el hallazgo de que el hígado no tenga una función constante y estable, sino que es capaz de detectar los cambios y ajustar su funcionalidad dependiendo de las necesidades del organismo.

Detector de la velocidad sanguínea

Todo apunta a que una proteína sensora de presión llamada PIEZO1 detecta la velocidad del flujo sanguíneo a través de la vena, lo que desencadena una reacción química en cadena que convierte el colesterol de la sangre en ácidos biliares para ser eliminados del cuerpo. 

Este avance brinda una oportunidad para el desarrollo de nuevos tratamientos para abordar las enfermedades cardiovasculares y prevenir la progresión de la enfermedad del hígado graso.  

"Nuestros hallazgos pueden ser utilizados por cirujanos y expertos en enfermedades del hígado y del sistema digestivo como cálculos biliares y cirrosis hepática, en el tratamiento de sus pacientes, para comprender mejor los orígenes de estas enfermedades", subrayó la Dra. Lichtenstein.

Los resultados obtenidos podrían abrir "una nueva vía potencialmente importante para las intervenciones clínicas en el creciente problema mundial de la disfunción hepática", destacó, por su parte, el prof. David Beech, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Leeds.

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