La esquistosomiasis es una enfermedad parasitaria aguda y crónica causada por duelas sanguíneas (trematodos) del género Schistosoma. La enfermedad afecta a casi 240 millones de personas en todo el mundo y se calcula que, al menos, 251,4 millones de personas necesitaron tratamiento profiláctico en 2021. Las infecciones por esquistosomas (SCH) y helmintos transmitidos ...
La esquistosomiasis es una enfermedad parasitaria aguda y crónica causada por duelas sanguíneas (trematodos) del género Schistosoma. La enfermedad afecta a casi 240 millones de personas en todo el mundo y se calcula que, al menos, 251,4 millones de personas necesitaron tratamiento profiláctico en 2021. Las infecciones por esquistosomas (SCH) y helmintos transmitidos por el suelo (STH) causan deficiencias nutricionales y reacciones en los tejidos, y, además, pueden provocar daños que en ocasiones requieren intervención quirúrgica.
Los efectos económicos y sanitarios de la esquistosomiasis son considerables, ya que provoca más discapacidad que muertes. En los niños puede causar anemia, retraso del crecimiento y problemas de aprendizaje, aunque los efectos suelen ser reversibles con el tratamiento. La esquistosomiasis crónica puede afectar a la capacidad de trabajo y en algunos casos puede ser mortal. Al respecto, el número de muertes atribuibles a la esquistosomiasis es difícil de calcular debido a la existencia de patologías ocultas conexas como la insuficiencia hepática y renal, el cáncer de vejiga y embarazos ectópicos debidos a la esquistosomiasis genital femenina.
La infección se adquiere cuando las personas entran en contacto con agua dulce infestada con las formas larvarias (cercarias) de los parásitos de la sangre, conocidos como esquistosomas. Los gusanos adultos microscópicos viven en las venas que drenan el tracto urinario y los intestinos. La mayoría de los huevos que ponen quedan atrapados en los tejidos y la reacción del cuerpo a ellos puede causar daños masivos.
Nuevas directrices
Bajo este escenario, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha difundido nuevas directrices, recopiladas en una guía, para reforzar los programas nacionales y a los equipos de salud en sus esfuerzos por eliminar la esquistosomiasis y las helmintiasis. Fundamentalmente, se destaca la importancia de una toma de decisiones coordinada y basada en pruebas para lograr la eliminación de este tipo de patologías, que ocasionan un grave problema de salud pública.
Con estas nuevas directrices, "se pretende ofrece a los países soluciones prácticas para abordar la naturaleza cambiante de la esquistosomiasis y controlar las geohelmintiasis", afirmó el Dr. Amadou Garba-Djirmay, científico del Programa Mundial de Enfermedades Tropicales Desatendidas de la OMS. "Su flexibilidad permite que los programas adapten las intervenciones en respuesta a las necesidades locales, manteniéndonos firmemente en el camino hacia la eliminación".
En zonas altamente endémicas, la morbilidad grave debida a la esquistosomiasis puede prevenirse mediante el tratamiento regular de los grupos de riesgo seleccionados en función del diagnóstico comunitario basado en grupos centinela
"Estas directrices llegan en un momento crítico, en el que intensificamos los esfuerzos para eliminar la esquistosomiasis y las geohelmintiasis. Las instrucciones paso a paso garantizan que nuestras intervenciones se basen en la evidencia más reciente y que podamos dirigir los recursos hacia donde tendrán el mayor impacto", indicó, por su parte, Fikre Seife, líder del equipo del Programa Nacional de ETD del Ministerio Federal de Salud de Etiopía.