La vida en el espacio, con gravedad cero y una mayor exposición a la radiación cósmica, puede tener graves consecuencias para la salud humana. Hay suficiente evidencia científica desde hace años de ello. En concreto, se sabe que los astronautas que realizan misiones tienen más probabilidades de desarrollar coágulos sanguíneos, ...
La vida en el espacio, con gravedad cero y una mayor exposición a la radiación cósmica, puede tener graves consecuencias para la salud humana. Hay suficiente evidencia científica desde hace años de ello. En concreto, se sabe que los astronautas que realizan misiones tienen más probabilidades de desarrollar coágulos sanguíneos, por lo que cuanto más largas sean las misiones el riesgo para la salud de las tripulaciones se eleva.
Actualmente, científicos de la NASA están potenciando la investigación sanitaria en este terreno. Sus resultados pueden ayudar a prevenir coágulos sanguíneos peligrosos y a obtener mejores tratamientos para la coagulación y los trastornos inmunológicos que, incluso, pueden aplicarse también en la Tierra. "A medida que aumenta la duración de la estancia de los astronautas en el espacio, creemos que el riesgo de coágulos sanguíneos probablemente siga acumulándose", confirma el Dr. Matthew Rondina, profesor de medicina interna y patología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Utah (EEUU), involucrado en esta investigación.
Cambios en plaquetas y megacariocitos
El equipo está estudiando, específicamente, las plaquetas (células que participan directamente en la coagulación sanguínea) y los megacariocitos, células de la médula ósea que producen plaquetas. Después de cultivar megacariocitos y plaquetas a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS), los investigadores analizarán su actividad genética, proteínas y funcionalidad para comprobar cómo la exposición al espacio los modifica.
Además de la coagulación, las plaquetas regulan aspectos importantes del sistema inmunológico, por lo que la disfunción plaquetaria también puede estar involucrada en algunos trastornos inmunológicos. Comprenderlos podría ayudar a los investigadores a entender por qué ocurren esas enfermedades y cómo prevenirlas o tratarlas.
Un paso dado por estos científicos ha sido transportar células sanguíneas a un acelerador de partículas para exponerlas a rayos galácticos cósmicos simulados, las partículas de alta energía que bombardean a los astronautas en el espacio. Y han cultivado células en un contenedor que gira de forma constante y lenta, dejándolas a la deriva en una microgravedad simulada.
Sus experimentos hasta ahora han detectado algunos cambios que podrían ser importantes para la función plaquetaria: genes involucrados en la inflamación, la regulación inmunológica y la generación de energía celular, entre otros. Pero aunque sus condiciones espaciales simuladas son las mejores que se pueden lograr en la Tierra, ninguna simulación es perfecta. Por lo tanto, consideran fundamental probar cómo responden las células a las condiciones espaciales de la vida real.
"Una vez que estén en la ISS, trabajaremos en tiempo real con los astronautas en muchos de los experimentos", explica el Dr. Rondina. Reproducir las acciones de los astronautas (incluidas las desviaciones no planificadas que puedan ocurrir) garantizará, en la medida de lo posible, que cualquier cambio entre las células en la Tierra y las del espacio sea un resultado directo del entorno extraterrestre.