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Constatan que la dieta mediterránea ejerce un papel beneficioso en pacientes con hígado graso y en riesgo de diabetes 2

Se ha podido demostrar que la ingesta constante y a largo plazo de dieta mediterránea puede reducir significativamente el riesgo de diabetes mellitus tipo 2, incluso cuando este riesgo se ve exacerbado por una enfermedad hepática asociada a la diabetes preexistente.

12/11/2024

La enfermedad del hígado graso no alcohólico es una enfermedad hepática crónica que se caracteriza por un exceso de grasa hepática junto con evidencia de disfunción metabólica y al menos un factor de riesgo metabólico, como sobrepeso, obesidad y, además, aumenta el riesgo de diabetes tipo 2. Su prevalencia mundial global ...

La enfermedad del hígado graso no alcohólico es una enfermedad hepática crónica que se caracteriza por un exceso de grasa hepática junto con evidencia de disfunción metabólica y al menos un factor de riesgo metabólico, como sobrepeso, obesidad y, además, aumenta el riesgo de diabetes tipo 2. Su prevalencia mundial global en la población adulta de alrededor del 25%, un valor que aumenta sustancialmente en personas con diabetes tipo 2.

Desde no hace mucho tiempo, se maneja un nuevo término relativo a esta patología, Enfermedad del Hígado Graso Asociada a Disfunción Metabólica (MAFLD, por sus siglas en inglés), engloba a pacientes con evidencia de esteatosis hepática y al menos un trastorno como sobrepeso/obesidad; diabetes tipo 2 (DM2); o disfunción metabólica. Al respecto, cada vez hay más datos epidemiológicos que sugieren una relación recíproca entre MAFLD y DM2.

Hay suficiente evidencia de que intervenciones dietéticas mejoran los resultados de la enfermedad y prolongan la esperanza de vida de los pacientes. Sobre ello se ha centrado un estudio, publicado recientemente en la revista ´Nutriens´, cuyo objetivo ha sido investigar la relación entre la adherencia a la dieta mediterránea (DM) y el riesgo posterior de DM2 y abordar las lagunas de conocimiento al respecto.

Esta dieta se caracteriza por una alta ingesta de frutas, verduras, aceite de oliva, cereales, legumbres y pescado, un consumo moderado de lácteos, huevos, vino tinto y una cantidad limitada de carne roja. Se trata de un patrón alimentario, clínicamente validado para reducir el riesgo y la progresión de varias enfermedades metabólicas, incluidas la diabetes de tipo 2 y la enfermedad de Alzheimer multisistémica. 

El diseño del estudio adoptó un enfoque de análisis secundario, aprovechando un período de seguimiento a largo plazo de 7,5 años. Los datos se obtuvieron del estudio de diabetes de base poblacional, que comprendió a 5.072 adultos reclutados del Sistema Nacional de Salud español. Según las comparaciones intraparticipantes en el seguimiento, los participantes se dividieron en subcohortes de "sin aumento de peso" y "con aumento de peso", que reflejaban individuos cuyo peso se mantuvo igual o disminuyó o aumentó de peso, respectivamente.

La adherencia a la dieta mediterránea se estimó utilizando un cuestionario diario de detección de adherencia a la dieta mediterránea (MEDAS) de 14 puntos. Se utilizaron pruebas de chi-cuadrado y análisis de varianza (ANOVA) para identificar diferencias en las variables iniciales de los participantes, mientras que se utilizaron modelos de regresión ajustados por covariables en combinación con pruebas de Hosmer-Lemeshow para la evaluación de los resultados.

Los participantes del estudio cuyo peso se mantuvo igual o disminuyó y adhirieron a la dieta dietética mostraron niveles significativamente más altos de enzimas hepáticas que aquellos con una baja adherencia. La prevalencia de prediabetes se asoció directamente con la adherencia a la dieta dietética en estos individuos.

Durante el período de seguimiento de 7,5 años, 98 participantes desarrollaron diabetes tipo 2, 70 de los cuales informaron una baja adherencia a la dieta DM. Los análisis de regresión logística confirmaron estos resultados, revelando que la adherencia a la dieta DM se asoció con un riesgo significativamente menor de diabetes tipo 2 que era independiente de la edad y el sexo.  

Los datos de seguimiento a largo plazo de más de 700 participantes en el estudio revelaron que las personas adheridas a la dieta mediterránea tenían una probabilidad significativamente menor de desarrollar diabetes mellitus tipo 2 que las que no la seguían. Además, los hombres mostraban asociaciones de patrones más fuertes que las mujeres.

En definitiva, este estudio observacional prospectivo de una cohorte representativa española apunta ciertas direcciones y plantea hipótesis sobre el papel protector de la alta adherencia a la DM sobre el riesgo de DM2 en sujetos con MAFLD. No obstante, los autores consideran que se necesitan estudios adicionales para confirmar la eficacia de la dieta mediterránea, particularmente en individuos que residen fuera de la región mediterránea, y cómo los beneficios para la salud observados se comparan con aquellos asociados con otros patrones dietéticos saludables.

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