Actualmente, la fragilidad es entendida como un estado de salud graduable de mayor vulnerabilidad debido a la acumulación de múltiples déficits orgánicos relacionados con la edad y una reserva fisiológica reducida, asociándose, además, con la mortalidad por todas las causas y en mayor grado que las estimaciones comunes basadas en laboratorio ...
Actualmente, la fragilidad es entendida como un estado de salud graduable de mayor vulnerabilidad debido a la acumulación de múltiples déficits orgánicos relacionados con la edad y una reserva fisiológica reducida, asociándose, además, con la mortalidad por todas las causas y en mayor grado que las estimaciones comunes basadas en laboratorio de la edad biológica
Sin embargo, la evidencia científica acumulada sugiere que la fragilidad es modificable a partir de ciertas conductas de estilo de vida como la actividad física, que se ha asociado con un menor riesgo de trastornos. En este sentido, abordar los determinantes de la fragilidad, incluida la actividad física y sus otros factores modificables sociales, físicos y relacionados con la salud, puede representar una estrategia para reducir el riesgo de desarrollar síntomas clínicos de demencia. Considerando la larga fase preclínica de la enfermedad de Alzheimer (hasta 15-20 años) y la fuerte probabilidad de causalidad inversa en la asociación de la fragilidad con el riesgo de demencia, se requiere más investigación. Así lo han entendido científicos de la Universidad de Queensland (UQ) (Australia) que consideran que las estrategias de intervención específicas sobre la fragilidad podrían reducir el riesgo de sufrir Alzheimer.
Estrategias clave
Los resultados del trabajo de investigación , publicados, recientemente, en ´JAMA Neurology´ , apuntan a que encontrar marcadores tanto de la edad biológica como del riesgo de demencia es crucial para avanzar en las estrategias de prevención y tratamiento de la demencia. Asimismo, los investigadores participantes en el estudio sugieren que las mediciones de fragilidad pueden usarse para identificar grupos de población de alto riesgo.
"La fragilidad en sí misma puede representar un objetivo útil en sentido ascendente para los enfoques conductuales y sociales de la prevención de la demencia", indicó, al respecto, el Dr. David Ward, del Centro de Investigación de Servicios de Salud de la UQ. "Nuestros hallazgos muestran que con cada cuatro o cinco problemas de salud adicionales, hay en promedio un 40% más de riesgo de desarrollar demencia, mientras que para las personas que están en mejor forma, el riesgo es menor", agregó.
Los hallazgos del estudio pueden servir para alentar la integración de la detección de la fragilidad en los controles de rutina y conducir a intervenciones más tempranas en el estilo de vida, como el ejercicio y la nutrición, según los responsables del mismo.
"Este estudio es crucial porque identifica la fragilidad como un predictor significativo del riesgo de demencia, lo que ofrece una vía potencial para la intervención temprana para mejorar los resultados de salud", concluyó el prof. David Llewellyn, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter (Reino Unido).