La mayoría de las mujeres pasan por la menopausia entre los 50 y los 60 años, período en el que los niveles de la hormona estrógeno descienden considerablemente. La terapia hormonal menopáusica sistémica, utilizada desde los años 70, se basa en la administración de estrógenos con o sin la adición ...
La mayoría de las mujeres pasan por la menopausia entre los 50 y los 60 años, período en el que los niveles de la hormona estrógeno descienden considerablemente. La terapia hormonal menopáusica sistémica, utilizada desde los años 70, se basa en la administración de estrógenos con o sin la adición de progestágenos. El estrógeno desempeña un papel protector en la salud cardiovascular al promover la angiogénesis y la vasodilatación, reduciendo la fibrosis cardíaca y el estrés oxidativo, y aumentando las concentraciones de colesterol de lipoproteínas de alta densidad. Si bien estos tratamientos mitigan eficazmente los síntomas vasomotores y reducen la incidencia de fracturas vertebrales y de cadera, sin embargo, estudios han sugerido un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular entre las mujeres que los utilizan.
Las discrepancias que, a lo largo de los años, han suscitado este tipo de tratamientos, se ha atribuido a diferencias poblacionales y sesgos metodológicos en los ensayos clínicos y estudios observacionales que se han llevado a cabo durante este tiempo. De ahí, la necesidad crítica de realizar más estudios para investigar los efectos de la terapia hormonal para la menopausia en una población clínicamente relevante y actualizar, de este modo, la evidencia al respecto.
Recientemente, se realizó un estudio a cargo de la Universidad de Upsala (Suecia), considerado como el más amplio y completo sobre las sustancias hormonales que se recetan actualmente en el mundo, realizado entre mujeres con edades comprendidas entre los 50 y 58 años. Para ello, los investigadores analizaron siete tipos diferentes de tratamientos de reemplazo hormonal que se utilizan actualmente, administrados mediante comprimidos, parches hormonales o DIU liberadores de hormonas.
Los resultados mostraron que los riesgos de la terapia de reemplazo hormonal varían según el tipo de tratamiento. Así, según los autores del trabajo, la hormona sintética tibolona, que imita los efectos de las hormonas naturales del cuerpo, se asoció con un mayor riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular, pero no con un mayor riesgo de coágulos sanguíneos. Se estima que el riesgo de ataque cardíaco o accidente cerebrovascular debido a la tibolona es de una por cada mil mujeres.
En cambio, las preparaciones combinadas que contienen tanto estrógeno como progesterona aumentan el riesgo de coágulos sanguíneos, incluida la trombosis venosa profunda. Los coágulos sanguíneos se forman en las venas y pueden desprenderse y viajar con la circulación hasta los pulmones, lo que provoca una embolia pulmonar. Los investigadores estiman que el riesgo de trombosis venosa profunda resultante de esta preparación combinada es de aproximadamente 7 por cada 1.000 mujeres al año.
"Es importante que tanto los médicos como las mujeres sean conscientes de los riesgos de la terapia hormonal para la menopausia y, en particular, de que los medicamentos existentes conllevan diferentes riesgos de coágulos sanguíneos y enfermedades cardiovasculares", afirmó Åsa Johansson, líder del grupo de investigación de la Universidad de Uppsala y SciLifeLab, y autora principal del estudio.
"El siguiente paso en nuestra investigación será desarrollar estrategias para identificar qué mujeres tienen un mayor riesgo de padecer determinadas enfermedades en relación con el uso de tratamientos hormonales. De esta manera, podremos orientar a las pacientes hacia el más adecuado para cada caso y reducir drásticamente el número de efectos secundarios", concluyó dicha investigadora.