'Sanidad sin fronteras'. Ese es el lema en el que la Red TBS-Stop Epidemias ha basado la III Jornada Iberoamericana, celebrada el 28 y el 28 de noviembre, con el propósito de intercambiar conocimientos y experiencias para fortalecer los sistemas de salud y avanzar en la lucha contra las epidemias. ...
'Sanidad sin fronteras'. Ese es el lema en el que la Red TBS-Stop Epidemias ha basado la III Jornada Iberoamericana, celebrada el 28 y el 28 de noviembre, con el propósito de intercambiar conocimientos y experiencias para fortalecer los sistemas de salud y avanzar en la lucha contra las epidemias. Por ello, el encuentro ha reunido a representantes de 13 países, incluidos España, Portugal y diversos estados de América Latina y el Caribe, además de Estados Unidos. Además de abordar temas de tanta relevancia global como la tuberculosis, las enfermedades tropicales desatendidas, la época posCOVID y otros desafíos relacionados con la salud pública. Todo ello, marcando los debates en los principios de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), promoviendo un enfoque solidario y sostenible en la atención sanitaria.
El covid-19, uno de los temas con más presencia, Raquel Duarte, Directora del Centro de Saúde Pública Gonçalves Ferreira (CSPGF) de la Delegación del Instituto Nacional de Saúde Doutor Ricardo Jorge (INSA) de Oporto (Portugal), lo abordó desde el daño invisible que causó. "Todos hemos visto en las noticias las visibles, como la sobrecarga del sistema. Pero eran apenas una mínima parte de todas las consecuencias", señala. A su modo de ver, aparte de los sanitarios, hay otros desafíos en los que hay que trabajar. "El mayor reto ha sido económico. El cierre de negocios, la pérdida de empleos, la inestabilidad, etc. Esta destrucción económica no ha sido local, también ha tenido un efecto global: lo que ha pasado en una país ha tenido un efecto muy grande en todo el mundo", expone Duarte.
También se refiere a la "destrucción en la educación". "Con el cierre de las escuelas, millones de estudiantes se han quedado en casa sin jornada educacional. Muchos no tenían acceso a internet fácil, o a ordenadores. Un desafío que ha sido mayor para las personas más vulnerables, aumentando las desigualdades que ya existían".
Igualmente, continúa la experta la disparidad de acceso a los cuidados de salud: "nos hemos olvidado de los casos crónicos, hemos obviado los casos que no eran urgentes, algo que también ha tenido un impacto mayor en las poblaciones más vulnerables".
Además, en su opinión, nos olvidamos muchas veces de la violencia doméstica. "Las mujeres vivían y dormían con el enemigo, dificultándoles aún más pedir ayuda porque siempre estaban bajo vigilancia. Lo que hemos visto al respecto es que durante el confinamiento han aumentado los casos", lamenta la portuguesa.
Por lo que se refiere al sistema de salud, la sobrecarga, los desafíos relacionados con los recursos, también han quedado de manifiesto. "Todo lo que no era urgente, e incluso algunos que sí, llegaban a las urgencias con problemas de salud muy avanzados", indico. Ahora, asimismo, estamos comprobando los efectos del long covid y su impacto en la salud física y mental.
Ante este escenario, Duarte y un grupo de investigadores quisieron averiguar cómo ha afectado todo esto a la salud mental, pero relacionándolos con el nivel económico y las circunstancias sociales. Las conclusiones las ha presentado resumidas a lo largo de su ponencia. En primer lugar, destaca que "las mujeres, las más jóvenes, las menos educadas, las que tenían ingresos familiares insuficientes y las que tenían comorbilidades tenían un riesgo más alto de tener más problemas de salud mental como ansiedad o depresión".
De la misma forma, ha repetido el llamado 'trastorno de duelo', una problemática muy frecuente entre aquellas personas que perdieron un ser querido y no se pudieron despedir. "El duelo y el duelo se vieron comprometidos y retrasados debido a las restricciones por la covid, lo que llevó a peores resultados en materia de salud mental. Los participantes que presentan un trastorno de duelo prolongado son los que tienen las prevalencias más altas de síntomas de ansiedad y depresión en el estudio", desarrolla.
Corroboraron, igualmente, que los síntomas de ansiedad y depresión son comorbilidades muy frecuentes que causó la pandemia de covid. En este sentido, "las personas con menor nivel educativo, que enfrentaron una reducción de ingresos y con síntomas de ansiedad tenían mayores probabilidades de sufrir inseguridad alimentaria".
Y finamente, recalca que "las probabilidades de ser víctima de violencia psicológica y emocional eran mayores para los participantes de mayor edad, con síntomas de depresión y ansiedad".
Tuberculosis después del covid: el imperio contraataca
Otro daño colateral de la pandemia lo sufrieron en sus propias carnes los afectados por la tuberculosis, como pone de manifiesto Luis Adrián Rendón Pérez, Jefe del Centro de Investigación, Prevención y Tratamiento de Infecciones Respiratorias (CIPTIR) del Hospital Universitario de Monterrey (UANL), Subdirector de estudios de pregrado de la Licenciatura de la Universidad Autónoma de Nuevo León, y Vicepresidente de la Asociación Latinoamericana de Tórax (ALAT). "Antes del covid la tuberculosos podíamos considerarla un problema pandémico porque afectaba a todos los países del mundo, principalmente a países en vías de desarrollo. Era la primera causa de muerte a nivel global. Y al llegar la pandemia, vaticinamos que la desatención que le estábamos dando a la tuberculosis iba a provocar un gran daño colateral sanitario, mayor que en la pandemia", expone.
En cifras monitoreadas por la OMS, el experto indica que de 2019 a 2021 hubo un incremento del 4,5% de los fallecimientos, pasando de 1,4 a 1,9 millones de muertes al año. De igual modo, "se produjeron efectos devastadores de la covid-19 sobre los programas de tuberculosos". Se empezó a cuantificar un gran problema diagnóstico: los 10 millones de casos por año que se solían detectar se redujeron a la mitad, a 5,8.
En palabras del especialista, "el escenario era muy malo antes del covid, por eso habíamos levantado la voz de que no se desatendiera la tuberculosis durante la pandemia. Pero el mensaje no fue escuchado en la mayor parte del mundo. El primer impacto es que empezamos a tener más casos graves de tuberculosis, más mortalidad. Especialmente en los países del tercer mundo".
¿Por qué se morían más los pacientes? "Porque las medidas para detectar casos activos se dejaron de atender", añade Rendón. "En base a esto, supimos que los casos sospechosos se dejarían de notificar. Y en el futuro, al hacer menos diagnósticos, va a seguir habiendo transmisión en la comunidad, con un aumento de casos. Y esto fue lo que pasó, un incremento muy notorio en el momento en el que abrimos las puertas y empezamos a buscar a los pacientes", lamenta.
Así, se estima que juntos, el TB y el covid mataron casi a seis millones de personas en dos años. "Esto ocasionó un retraso en cuanto a mortalidad e incidencia de cinco años, con un gran retroceso en los planes de eliminación de la tuberculosos que teníamos previstos para 2030". Pero a pesar de que la tuberculosis mató al doble de personas en 2020 que el coronavirus, deja claro que "hemos hecho poco". "No hemos retomado siquiera lo que hacíamos previamente, y estamos en una situación muy desventajosas. El covid-19 nos dio lecciones muy importantes, sin embargo, no las hemos aplicado", asevera.
Complementando los datos aportados por Luis Adrián Rendón, Javier García Pérez, Secretario general de la Red TBS-Stop Epidemias, Responsable de Tuberculosis del Hospital Universitario de La Princesa y Expresidente de la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica, aborda la epidemiología global de la tuberculosis. Alude para ello a una frase ancestral. "La tisis es la enfermedad más extendida y fatal de todos los tiempos", como dijo Hipócrates en el 460 a.C. "Esto fue así durante muchísimos años, constituyendo a lo largo de la historia la primera causa de muerte producida por un agente infeccioso único. En abril de 2020 ese ranking fue sustituido por la covid, pero los datos de 2023 reflejan que ha vuelto a ser la mayor causa de muerte global", apunta.
"Cuando se puso en marcha el programa The End TB strategy en 2015, se estableció que en 2035 se redujera la incidencia en un 90%. Para ello deberíamos haber llegado en 2025 a la mitad, pero estamos lejos de esa realidad. La misma estrategia decía que habría que reducir el 95% de las muertes que generaba la tuberculosis; esto debería en el año próximo disminuirse en un 75%, pero también estamos lejos. El último eslabón del objetivo de la OMS era que dejara de afectar a los catastróficos gastos que genera en la familia", recuerda.
En este sentido, "el último informe de la OMS, que ha visto la luz hace pocas semanas, nos puede ayudar a comprender la situación en la que estamos y qué esfuerzos debemos incrementar". "30 países asumen el 87% de los casos, y 5 países superan el 56% en número de casos absolutos: India, Indonesia, China, Filipinas y Pakistan. Lo que nos encontramos de acuerdo al documento es que ha habido 10,8 millones de casos en 2023, lo que supone una incidencia de 134 casos por cada 100.000 habitantes", destaca Pérez.
Pero hablar de tuberculosis es mencionar los condicionamientos sociales. "Cuenta con aliados históricos con la desnutrición, con el hacinamiento, la pobreza, la marginación… Siguen siendo muy significativos los datos: el incide de casos es mucho menor cuanto mayor es la renta per cápita, y las cifras suben en paralelo a la desnutrición en los países más señalados por esta lacra".
Por tanto, concluye, "decíamos que para disminuir un 90% la incidencia en 2035, el año que viene habrá que haber alcanzado el 50%; vamos por el 8,3%. En cuanto a la mortalidad, para llegar a la reducción del 95%, deberíamos llegar en 2025 al 75%. Sin embargo, estamos en el 23%. Nos encontramos además en el 49% del último objetivo, el de los afectados económicamente y laboralmente por los gastos que genera la enfermedad, que puede lastrar el desarrollo de toda una familia".
Las enfermedades tropicales desatendidas y el cambio climático
Por su parte, Laura Naranjo, Pediatra-Infectóloga, Magister en Medicina Tropical, Investigadora Nacional del Sistema Nacional de Investigación de Panamá y Directora Científica de Integración de Proyectos de Infectotrópico en su país, descubre la realidad de las enfermedades tropicales desatendidas, sobre todo las transmitidas por vectores, y su relación con el cambio climático.
"Las enfermedades tropicales desatendidas son un grupo de afecciones diversas, prevalentes y principalmente presentes en zonas tropicales en las que proliferan entre las personas que viven en comunidades empobrecidas. Son causadas por una variedad de patógenos, que incluyen virus, bacterias, parásitos, hongos y toxinas, y conllevan consecuencias sanitarias sociales y económicas devastadoras. Se estima que las ETD afectan a más de 1000 millones de personas, y que hasta 1600 requieren intervenciones contra ellas tanto preventivas como curativas.
Muchas de ellas se transmiten por medio de vectores, tienen reservorios animales y están relacionadas con ciclos biológicos complejos. Todos estos factores dificultan su control en el ámbito de la salud pública", detalla.
Menciona, al respecto, los Objetivos de la Agenda 2030. "En el desarrollo numero 3 de salud y bienestar detener la transmisión de enfermedades transmisibles tales como el SIDA; malaria, tuberculosis y enfermedades desatendidas y combatir la hepatitis, las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmisibles". En específico, recuerda que según este punto se pretende conseguir la reducción de un 90% en el número de personas que requieren intervenciones contra enfermedades tropicales desatendida; el 75% de la disminución en los años de vida ajustados en función de la discapacidad en relación con las enfermedades tropicales desatendidas; que 100 países hayan eliminado al menos una enfermedad tropical desatendida; así como erradicar al menos dos patologías de este tipo.
"No se si lo lograremos. Solo nos quedan seis años y todavía nos queda mucho por hacer", se sincera.
Sobre todo en materia de cambio climático y la implantación del enfoque One Health. "El aumento de las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero está impulsando al alza la temperatura media mundial, con los consiguientes efectos como el aumento del nivel del mar, los cambios en las precipitaciones y el aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos. En en la salud humana, los factures indirectos inciden favoreciendo el aumento de ciertas patologías, incluidas las crónicas como las enfermedades cardiovaculaes", explica.
En cuanto a la relación del cambio climático y las enfermedades transmitidas por vectores, comenta que estas patologías son muy sensibles a las condiciones climáticas y ambientales. "La temperatura, las precipitaciones y la humedad afectan a la biología y la ecología de los vectores y huéspedes, y en consecuencia, a la transmisión de enfermedades". Por ello, "se prevé que el aumento de las temperaturas mundiales y los cambios en los patrones climáticos, incluido el aumento de las precipitaciones, alteren la transmisión de muchas enfermedades transmitidas por vectores. Y en algunas zonas, aumenten la probabilidad de contraer estas patologías".
"Hay muchos elementos implicados en la dinámica de transmisión de los vectores, así como de la capacidad del vector para transmitir enfermedades", continúa explicando. Lo que sí parece que va a ocurrir es un aumento de la mortalidad por esta causa: se espera que el cambio climático cause 250.000 muertes adicionales por año entre 2030 y 2050.