La epidermis, conocida como la capa superior de la piel, protege al organismo de las agresiones externas. La renovación de dicha capa se produce gracias a células madre situadas en su capa más baja, que generan constantemente nuevos queratinocitos. Estas nuevas células son empujadas a la superficie, diferenciándose en el camino y acumulando condensados ​​de proteínas. Una vez que alcanzan la parte superior de la epidermis, sufren una muerte programada, la cornificación, para crear una barrera protectora de células muertas.

Para conocer más en detalle todo este proceso un equipo de la Universidad de Ginebra (UNIGE) (Suiza) ha realizado un estudio, cuyos resultados se han publicado en 'Cell Reports'. "La forma en que la epidermis se renueva constantemente está bien documentada. Sin embargo, los mecanismos que impulsan este proceso aún no se comprenden completamente", señaló Gaby Palmer-Lourenço, profesora de la Facultad de Medicina de la UNIGE e investigadora principal del estudio.

"En los queratinocitos in vivo, descubrimos que la interleucina 38 (IL-38) forma condensados, agregados proteicos especializados con funciones bioquímicas específicas, un comportamiento que no se conocía para esta proteína", agregó dicha experta.

Comunicación entre células

Los investigadores pudieron percibir que cuanto más cerca estaban los queratinocitos de la superficie de la piel, mayor era la cantidad de IL-38 dentro de estos condensados. Se trata de una pequeña proteína mensajera que asegura la comunicación entre las células. Es conocida por su papel en la regulación de las respuestas inflamatorias y su presencia en los queratinocitos, las células de la epidermis, se asoció anteriormente con la preservación del equilibrio inmunológico de la piel.

Asimismo, según explicó Alejandro Díaz-Barreiro, investigador postdoctoral en la Facultad de Medicina de la UNIGE y primer autor del estudio, "pudimos demostrar que el estrés oxidativo efectivamente causa la condensación de IL-38 en condiciones de laboratorio". Al respecto, los investigadores destacaron que los vasos sanguíneos se detienen en la capa de la piel situada debajo de la epidermis. De ahí que la cantidad de oxígeno disponible para los queratinocitos es menor en las capas basales de la epidermis en comparación con las capas superiores, que están expuestas directamente al aire que nos rodea. Sin embargo, aunque es necesario para mantener las funciones celulares, el oxígeno también causa estrés oxidativo al formar radicales libres, moléculas reactivas que ponen en peligro la célula.

Los resultados llevan a pensar a estos investigadores que, "a medida que nos acercamos a la superficie epidérmica, la concentración creciente de oxígeno favorece la formación de condensados ​​proteicos, lo que indica a los queratinocitos que están en el lugar adecuado para entrar en la muerte celular".

Esta hipótesis, según los autores del trabajo, aporta nuevas pistas para descifrar los mecanismos de renovación epidérmica. "También podría abrir el camino a una mejor comprensión de los mecanismos patológicos que subyacen a ciertas enfermedades cutáneas, como la psoriasis o la dermatitis atópica", concretó la prof. Gaby Palmer-Lourenço. Al respecto, los investigadores tienen previsto estudiar con más profundidad este tipo de cuestiones en futuros trabajos de investigación.