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En el manejo de las enfermedades reumáticas, que suponen una ruptura biográfica importante en la vida de una persona, el control temprano de la inflamación o actividad inflamatoria es un factor clave. "Mientras que desde nuestra perspectiva médica vemos casos de forma continuada, para el paciente se trata de un ...
En el manejo de las enfermedades reumáticas, que suponen una ruptura biográfica importante en la vida de una persona, el control temprano de la inflamación o actividad inflamatoria es un factor clave. "Mientras que desde nuestra perspectiva médica vemos casos de forma continuada, para el paciente se trata de un punto de inflexión radical", recuerda el Dr. Jorge Juan Fragío Gil, reumatólogo del Servicio de Reumatología del Hospital General Universitario de Valencia y tutor de Residentes.
Quien recibe el diagnóstico comienza a preguntarse si volverá a sentirse bien, si podrá retomar sus actividades sin tener que planificarlas en función de sus síntomas. Por ello, sostiene que "es esencial ser empáticos en ese momento inicial, en la primera consulta, y en la planificación terapéutica". Defiende que no hay que centrarse únicamente en los parámetros diagnósticos o en el tratamiento escogido y que hay que tener presente la vivencia del paciente.
"La inflamación es el eje central de nuestra especialidad", subraya. Dedica tiempo en consulta a explicar su concepto, muchas veces utilizando metáforas como el fuego. "Cuanto antes se apague (remisión temprana), mejor pronóstico tendrá el paciente, con menos daño irreversible (estructural y comorbilidades)", aclara. Como especialistas, insiste en que se debe "conocer la inflamación desde su base inmunológica hasta su modulación terapéutica".
Apunta que "la inflamación no controlada genera dolor, discapacidad y un aumento del riesgo de comorbilidades". A medio y largo plazo, se puede asociar a mayor riesgo cardiovascular, infeccioso e incluso oncológico. En enfermedades como la artritis reumatoide, "la falta de control inflamatorio conlleva un riesgo claro de daño articular irreversible que afecta articulaciones clave, como manos, caderas, rodillas o pies". Afirma que esto repercute directamente en las actividades cotidianas, tanto personales como profesionales.
El paradigma perfecto
Uno de los conceptos en los que a Fragío Gil le gusta trabajar con sus pacientes, para que lo entiendan perfectamente, es el de la remisión. Siempre comienza exponiendo que la remisión es que tanto el paciente como el médico estén "de acuerdo en que la enfermedad está bien controlada". Desde ese concepto sencillo, va evolucionando hacia los aspectos concretos, como, por ejemplo, que el paciente perciba que la enfermedad está controlada se traduce en una Escala Visual Analógica (EVA), en una puntuación baja en las escalas de discapacidad o de dolor. En definitiva, en una percepción de que la enfermedad no sólo está controlada, sino que está interfiriendo poco en su vida.
Desde la perspectiva del médico, la remisión es algo más técnica. "Pretendemos tener controlados los signos analíticos de inflamación, tanto los directos, como la proteína C reactiva (PCR) o la velocidad de sedimentación globular (VSG), así como otros marcadores indirectos de inflamación, como la anemia", dice. A nivel físico, se busca que no haya dolor en las articulaciones y que el examen físico no revele ninguna articulación inflamada. Es decir, "el estado de remisión es el paradigma perfecto de objetivo terapéutico en la artritis reumatoide, porque incluye la perspectiva del paciente, la perspectiva subjetiva del médico y las perspectivas objetivas de control de la inflamación". Todos estos conceptos están basados en la evidencia científica. De esta manera, "la remisión debe ser el objetivo terapéutico del especialista en reumatología en el manejo de la artritis reumatoide y la gran mayoría de enfermedades reumáticas".
"A partir de todo lo previamente expuesto, para un especialista en reumatología comprometido con el manejo óptimo de las enfermedades inflamatorias o autoinmunes, el escenario ideal es el diagnóstico precoz", añade. Por consiguiente, es fundamental trabajar una buena comunicación tanto con los especialistas intrahospitalarios como con los extrahospitalarios, especialmente con Atención Primaria. Este trabajo conjunto favorece derivaciones precoces y adecuadas, lo que permite aplicar tratamientos de forma temprana y abordar la enfermedad de manera integral. El resultado es claro: un mayor porcentaje de pacientes en remisión.
Además de los componentes previamente mencionados -la percepción subjetiva del paciente, la valoración clínica del especialista y la exploración física-, la evaluación de la inflamación se complementa con la analítica de sangre y el uso de técnicas de imagen. "La herramienta más extendida y validada en la práctica clínica, por su accesibilidad y por la sólida formación existente en el colectivo de reumatología, es la ecografía articular", indica. Esta permite detectar de forma muy precoz la inflamación y, asimismo, valorar el daño estructural. Por su parte, la radiografía simple, aunque puede mostrar signos indirectos de inflamación, se centra sobre todo en evidenciar el daño estructural ya establecido. Otras técnicas, como la resonancia magnética o las pruebas de medicina nuclear, tienen indicaciones más específicas dentro de contextos clínicos concretos.
Le cuestionamos de qué manera se puede controlar la actividad inflamatoria y qué estrategias ter apéuticas han demostrado ser más eficaces. "Nuestra estrategia se basa en el enfoque 'Treat to Target' (T2T)", responde. Se fundamenta en adaptar todas las decisiones médicas -frecuencia de visitas, tratamientos, ajustes, infiltraciones- para alcanzar la remisión lo antes posible. En casos donde no sea viable, por fragilidad del paciente o retraso diagnóstico, "el objetivo se redefine a baja actividad de la enfermedad". Fragío Gil matiza que este enfoque se aplica tanto en enfermedades articulares como sistémicas.
Resume que "el control temprano de la inflamación mejora la calidad de vida, reduce el impacto emocional y físico de la enfermedad, y previene complicaciones". Desde el punto de vista médico, "implica menor daño articular, menos comorbilidades sistémicas y una evolución más favorable", de acuerdo con escalas de valoración y otras méticas objetivas, como las escalas de discapacidad. No hay que olvidarse de que, "durante buena parte del siglo XX, la esperanza de vida de una persona con artritis reumatoide era inferior a la de muchos cánceres conocidos".
En este control de la inflamación, el mayor avance en los últimos años, a su juicio, ha sido "el desarrollo paralelo del conocimiento científico sobre la inflamación y nuevas terapias avanzadas". Esto ha posibilitado plantear objetivos terapéuticos ambiciosos, como la remisión, que antes eran impensables. Aunque el T2T se aplica ampliamente, asistimos a su reciente incorporación en patologías complejas como el lupus eritematoso sistémico, "con resultados muy prometedores".
Fragío Gil concluye que "cada día con inflamación activa supone una pérdida de oportunidades para recuperar la salud, preservar la función y mejorar la calidad de vida". También que, en reumatología, "hoy más que nunca, podemos y debemos aspirar a la remisión".
Una medicina más humana, precisa, personalizada y predictiva
El avance académico, científico y tecnológico que estamos viviendo en la medicina en general, y en la reumatología en particular, permite afirmar con claridad que todo este progreso ha contribuido a humanizar la asistencia médica. "En el presente, podemos atender de forma más precisa las necesidades individuales de cada persona", remarca el Dr. Jorge Juan Fragío Gil. Razona que, gracias a herramientas diagnósticas más sofisticadas y a una amplia gama de opciones terapéuticas, "es posible adaptar el abordaje a la sensibilidad particular de un músico profesional, a las demandas físicas de un deportista de élite o a las prioridades vitales de alguien cuyo principal objetivo es cuidar de sus hijos".
Igualmente, se pueden definir objetivos realistas en personas con múltiples patologías, en quienes es clave que el tratamiento no interfiera con sus enfermedades previas. Incide en lo necesario de escuchar las prioridades individuales de los pacientes con múltiples patologías, como es el caso de los denominados frágiles, que no admiten tratamientos intensivos. Lo que es adaptación a la fragilidad o a contraindicaciones específicas. Con todo, "hablamos no sólo de una medicina más humana, sino también más precisa, personalizada y, cada vez más, predictiva".
ES-ABBV-250295 Marzo 2025