El presidente de la ESSD, Dr. Pere Clavé, cree que hay que trabajar para dar a conocer las características de esta enfermedad y que los profesionales de la salud, los propios pacientes, familiares y cuidadores reconozcan los síntomas.
La Disfagia Orofaríngea (DO) es una alteración asociada a la dificultad o molestia de deglutir (tragar) y está asociada al paso de los alimentos a la vía respiratoria (aspiraciones). La DO es muy frecuente en personas que han sufrido un ictus, ya que afecta a más del 45% durante su ...
La Disfagia Orofaríngea (DO) es una alteración asociada a la dificultad o molestia de deglutir (tragar) y está asociada al paso de los alimentos a la vía respiratoria (aspiraciones). La DO es muy frecuente en personas que han sufrido un ictus, ya que afecta a más del 45% durante su ingreso hospitalario. En estos pacientes, la disfagia determina las complicaciones y mortalidad durante el ingreso y el primer año de seguimiento.
A pesar de esta alta incidencia, se trata de una enfermedad que a menudo pasa desapercibida y sólo se diagnostica durante la fase aguda del ictus en el 35% de los casos. Según el Dr. Pere Clavé, uno de los principales especialistas europeos en disfagia, Presidente de la European Society for Swallowing Disorders (ESSD) y Secretario de la Fundación de Investigación en Gastroenterología (FUREGA) “en nuestro país se trabaja con un ‘Código Ictus’ pionero en el mundo con el que se puede identificar rápidamente este episodio cerebral y evitar muchas muertos en un primer momento. En cambio, aún hay un gran margen de mejora en el diagnóstico y tratamiento de la disfagia y se tiene que trabajar mucho en este aspecto”. Clavé añade que “el diagnostico se puede hacer solo con la observación de los pacientes, así que un buen protocolo en este sentido significaría un salto cualitativo muy importante que podría salvar vidas”.
El no diagnóstico de la disfagia y, por lo tanto, la falta de tratamiento, puede ocasionar graves complicaciones nutricionales y respiratorias al paciente, alargando su hospitalización, empeorando la calidad de vida y aumentando la mortalidad a corto y largo plazo. De hecho, la mortalidad de los pacientes post-ictus que tienen disfagia es de más del 30% (la de los que no tienen es de menos del 5%).
Estas complicaciones se pueden evitar en primer lugar con la detección sistemática y precoz de la enfermedad. Pero, además, el equipo de investigación multidisciplinar que dirige el Dr. Clavé –formado por 17 personas de diferentes ámbitos como la neurología, gastroenterología, biología, biotecnología o dietética, entre otros– está trabajando en dos líneas de actuación para curar la enfermedad. “Por un lado, estamos haciendo tratamientos de neurorehabilitación y estimulación cerebral y faríngea en los pacientes con DO post-ictus con un altísimo porcentaje de éxito”, avanza el Dr. Clavé, que añade que “también estamos desarrollando un fármaco que cambiará el paradigma actual puesto que, en poco tiempo, podremos afirmar que habrá un tratamiento farmacológico efectivo para los pacientes con disfagia”.