El país se enfrenta a un horizonte en el que no parece fácil el relevo generacional al frente de las instituciones sanitarias. Ante el hecho de que no avance la profesionalización hasta todo su potencial y que pueda haber tentaciones edadistas en unas políticas regionales que parecen no darse cuenta de que la mitad de los directivos de la salud tienen 55 años o más.