im MÉDICO | 50.3 25 el mundo que se refiere a Covid Persistente habla de enfermos, de personasque lohanpadecido”. Barbé remarcaquenadieha tenido en cuenta a sujetos que no han sufrido la enfermedad, pero que viven en la misma zona y que tienen la misma edad y el mismo género, y les ha preguntado por esa misma serie de síntomas. “Hay sorpresas cuando esto se hace. Sorpresas significa que el que una persona se sienta cansada, el que esté abatida, el que le cueste coger su ritmo de vida y que le cueste ser activa, el que incluso de vez en cuando tenga sensación de falta de aire, es algo tremendamente frecuente y no siempre va a estar relacionado con que haya tenido Covid-19, porque personas que no lo han tenido al año nos cuentan exactamente lomismo”, sostiene. Recuerda que nos han cambiado muchas cosas en nuestra vida, que no sólo mucha gente ha enfermado, sino que también todos hemos estado recluidos y la epidemia ha afectado a nuestro trabajo y a nuestra vida en prácticamente todos los niveles. “Ahora, estamos viendo una serie de efectos, de síntomas y de problemas muy semejantes al estrés postraumático”, tanto en personas que han vivido la enfermedad como en las que no, dice. Asistimos a un problema que es “complejo”, que es “multifactorial”, que “no entendemos”, que hay que ir “aprendiendo día a día” y “hay que dejar tiempo a que los estudios que estén enmarcha vayan dando sus resultados”. Advierte de que eso no va a ser de hoy para mañana. Tres grandes objetivos El trabajo que están llevando en el ISCIII sobre Covid persistente persigue fundamentalmente tres grandes objetivos. El primeroes definir la enfermedad: “¿A qué nos referimos cuando decimos post Covid, LongCovidoCovidpersistente?Vamosa tener unadefinición, que vaa ser la26, pues tenemos ya25, pero sepretendeque ésta sea una definiciónmuy consensuada conmuchos actores, conmuchos especialistasmultidisciplinares, de diferentes disciplinas, con sociedades científicas, con sociedad civil, con enfermos, con agencias de gestión de Salud pública y con el Sistema Nacional de Salud (SNS)”. Está la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero “es un paraguas, que es global para todo el mundo, y es muy poco concreta”. Barbé subraya que eso “hay que aterrizarlo; a cada sociedad, a cada país, a cada entorno”. Eso es lo que pretenden tener finalizado a finales de enero. Una vez tengan la definición, verán cómo puede impactar en el SNS. “Si tenemos capacidad para absorberlo y adaptarnos. Y a qué precio, a qué coste. Cuánto va a suponer el tratar y el atender a esas personas que tienen un problema que ya hemos definido en el SNS y también establecer qué recursos tenemos y qué recursos van a ser necesarios habilitar para que puedan ser atendidos”, expone. El tercer paso va en paralelo, y es el entender el porqué. “Por qué hay personas que tienen secuelas, por qué hay personas que no tienen secuelas y cuáles son losmecanismosque regulan los problemas que tenemos. Es decir, québasebiológicahaydetrás de que una persona pierda el olfato,molecularmente cómo seexplica, porquedeesovaadepender que sepueda tratar ono. Si no entendemos por qué pasa, no podemos habilitar terapias adecuadas”, puntualiza. Es un proceso de investigación que va a durar más tiempo. Aquí Más allá de las doce semanas de la enfermedad Ferran Barbé es médico especialista en respiratorio, en concreto en la respiración durante el sueño. Lleva 30 años dedicándose a dicha área de investigación, primero en Mallorca y luego en LLeida. “Tenemos un grupo de investigación traslacional. Esto significa un equipo multidisciplinar; con epidemiólogos, estadísticos, biomédicos, bioquímicos, biotecnólogos, médicos, enfermeras y data managers. Y un equipo administrativo y de gestión. En total, en mi grupo estamos unas 15 personas que hasta no hace mucho nos dedicábamos a investigación en apnea de sueño”, explica. Tras marzo de 2020, iniciada la pandemia, sintió interés por el Covid-19 como jefe de Servicio de Neumología del Hospital Universitari Arnau de Vilanova Lleida y como director científico del Centro Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Respiratorias (CIBERES), que es una estructura que pertenece al Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y que coordina la investigación en respiratorio que se hace en España. Parte de su grupo continuó haciendo sueño, pero otra parte se centró desde mayo de ese año en investigar en el campo del Covid-19. Armaron un ambicioso proyecto, que se llama CIBERES UCI-Covid, que supone su entrada en el mundo de la infección por SARS-CoV-2. “El objetivo es ver, y está centrado en el paciente de intensivos, qué factores tienen que ver con la evolución del paciente crítico con Covid-19; por qué unos van bien y otros van mal, cómo podemos anticiparlo”, aclara. Ha sido un esfuerzo titánico que ha permitido crear una base de datos de 9.000 pacientes de UCI ingresados en 50 hospitales españoles. Ahora, están empezando a obtener mucha información y muchas publicaciones al respecto, de la fase aguda del paciente, cuando están en intensivos. A medida que fue pasando el tiempo, comprobaron que hay personas que siguen arrastrando problemas, secuelas, y es cuando se comenzó a crear las consultas de seguimiento del paciente que sobrevive a Covid-19. “Nosotros nos centramos en los pacientes que han estado más graves, en los que han estado en la UCI”, indica Barbé. A raíz de la evolución de la historia natural del Covid-19, el ISCIII es sensible a lo que está pasando y se interesa por el estudio de lo que se llama el Covid persistente o Long Covid. Hay diferentes nombres, pero “todos se refieren a la persistencia de síntomas o alteraciones clínicas más allá de las doce semanas, más allá de la fase aguda de la enfermedad”. Y en eso están.
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