im MÉDICO | 57.2 47 Según los autores, estos resultados pueden ayudar a detectar las anomalías del funcionamiento cognitivo provocadas por este síndrome y apuntan a esta señal cerebral como un potencial biomarcador de la neurodegeneración, “que esmuy importante dadas las dificultades para evaluar lademencia en estas personas”. En el trabajo, publicado en la revista Scientific Reports, han participado las investigadoras Cristina Cañete -primera autora de la investigación-, Maria Carbó y Maribel Peró, lideradas por Joan Guàrdia, catedrático de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Psicología y actual rector de la Universitat de Barcelona (UB). También han formado parte del estudio los expertos Shi-Xian Cui y Chao-GanYan, de la Universidad de la Academia China de las Ciencias (Pequín, China). Impacto de la enfermedad de Alzheimer en el síndrome de Down El síndrome de Down es la causa genética más frecuente de retraso del desarrollo neurológico y afecta uno de cada 700 nacimientos. La esperanza de vida de estas personas ha aumentado de manera espectacular en los últimos años, pero con este incremento también se ha detectado un crecimiento de comorbilidades por afecciones como la enfermedad de Alzheimer. “A causa de la alta incidencia del Alzheimer en el síndrome de Down, estapoblaciónofreceunaoportunidadextraordinariaparaentender la progresión temporal de esta demencia, las diferentes facetas que contribuyena laedadde inicioy tambiénparaaplicar conocimientos a la población general”, afirma Joan Guàrdia. La investigaciónha comparado las señales del cerebro en estado de reposode 18personas conSDy el de 18personas deungrupo control usando técnicas de resonancia magnética funcional, un tipo de estudio que permite evaluar la función cerebral basal y que sirve para encontrar diferencias entre grupos. Dentro de este paradigma, se combinaron dos técnicas de análisis basadas en información diversa. Por un lado, la fALFF, que mide la actividad espontánea local, y, por otro, el análisis ReHo, que estima las anomalías regionales en el cerebro. “Son dos herramientas especialmente útiles cuando no tenemos estudios ni hipótesis que puedan guiar la investigación, como en este caso, en que pocos estudios han usado estas técnicas centradas en todo el cerebro”, destaca Cristina Cañete. Además, se tratadel primer estudioque aplica esta técnica enuna muestra de adultos jóvenes -con unamediana de 28,7 años- con SD. En este caso, la edad de los participantes es muy relevante, ya que permite identificar la actividad del cerebro antes que los primeros signos de demencia asociados a este síndrome. “Hay que tener en cuenta que la neuropatología de la enfermedad de Alzheimer es universal en todas las personas con síndrome de Down de más de 40 años. Esto implica que en un intervalo de muy pocos años, se pueden producir cambios importantes en el cerebro de estas personas. Por tanto, es vital centrar las investigaciones en participantes jóvenes que aún no hayan desarrollado los primeros signos de la patología”, mantiene el equipo de investigación. Sorprendente relación con las habilidades cognitivas Los resultados identificaron áreas cerebrales que muestran una actividad espontánea diferente entre las personas con síndrome deDowny los controles, como, por ejemplo, en los lóbulos frontal y temporal. Todos dos, relevantes para las funciones ejecutivas y del lenguaje, y lamemoria, son funciones que estánmuy alteradas en personas con síndrome de Down. Estos datos se obtuvieron con test cognitivos, incluyendo una prueba de fluidez verbal, de los participantes. “El resultado más sorprendente fue la fuerte relación queencontramosentre laactivaciónenlasáreasdondesehanencontrado diferencias y las pruebas cognitivas”, explica la investigadora. En vista de estos resultados, uno de los retos para el equipo investigador es ver por qué se producen estas variaciones y en qué sentido pueden afectar a las características neuropatológicasdeeste síndrome. “Estasáreas parecen clave en el síndrome y podrían estar relacionadascondiferenciasestructuralesdel cerebro, con las funciones que hacen en estas áreas, que están afectadas en la población con síndrome de Down, o que incluso podrían estar relacionadas conlaacumulaciónprimerizadeplacasβ-amiloide (Aß), típicasdelaenfermedaddeAlzheimer,enesta población”, asegura Cristina Cañete. Además, la investigación también abre la puerta a hacer uso de la señal cerebral para evaluar la neurodegeneración de las personas con síndrome de Down. “Las dificultades en la evaluacióncognitivadeestapoblaciónsonenormes y se necesitan nuevos métodos más fiables y válidos. Por tanto, una nueva línea de investigación que hay que investigar es el uso de la señal cerebral como biomarcador de la capacidad cognitiva o para poder detectar de manera primeriza la demencia”, concluye la investigadora.
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