im MÉDICO | 60 29 son las responsables del crecimiento tumoral, “porque la gran mayoría no lo es”. Por lo general, un tumor puede tener alrededor de entre tres y siete alteraciones conductoras o drivers. El resto ha sido acumulado por los procesos mutacionales de los tumores, pero no tiene un rol tan funcional. Es importante, “porque esto te permite ir a esta medicina de precisión, de ver cuáles son las alteraciones más importantes de desactivar”. Le cuestionamos si, gracias a la inmunogenómica computacional, podremos predecir antes la enfermedad e ir a diagnósticos precoces. “Esta es una de las vías más relevantes y en las que más esfuerzo se está poniendo, junto a la biopsia líquida”, dice. Confirma que analizar estos datos podría dar lugar a una detección precoz o anterior que además pudiera conllevar a pronósticos mucho mejores, sobre todo en algunos tipos de tumores. Respecto a cómo se pueden traducir los resultados que consigan en las consultas clínicas de los oncólogos, Martínez subraya que la meta es fomentar una cultura general. Para ello se ha incorporado al VHIO. “Sí que ha habido mucha investigación fundamental, que puede ser muy relevante, pero que luego tarda mucho en implementarse o en que tenga un impacto real en los pacientes. En el VHIO, hay una integración real, hay discusiones prácticamente diarias y semanales con oncólogos que visitan pacientes que, de hecho, dirigen unidades de pacientes”, sostiene. Se necesita, por un lado, una integración real, “que ya la hay”, y, por otro lado, “intentar hablar el mismo idioma”. Esto a veces es complicado porque a los investigadores a veces les cuesta identificar o entender las dificultades clínicas, mientras que a muchos oncólogos les puede costar el hablar el mismo lenguaje. Tan importante como el Big Data, y tener los datos, es cómo analizarlos, “porque no sólo consiste en generar datos, que ya tenemos muchos datos para muchas cosas, aunque obviamente hace falta fomentar, sino en cómo analizar estos datos y en qué se traducen estos análisis”. Para Martínez, lo más relevante es cómo se traduce en los pacientes. Su objetivo final es mejorar la calidad de vida de los pacientes, lo que implica mejorar la precisión de los tratamientos. Por último, advierte de que la sociedad, los pacientes, ha de conocer que todos los pasos que dan no tienen que tener una aplicación directa en cada momento.“Es decir, nosotros hacemos mucha investigación. Al igual que muchos otros grupos, básica o fundamental, que a lo mejor no tiene un resultado directo que veamos en el paciente a día de hoy, pero sí que permite sentar las bases para nuevos tratamientos contra el cancer”, alega. Asevera de esta manera que la inmediatez a veces no es el camino, a pesar de que los oncólogos se enfrentan a una enfermedad compleja lo que quieren es lo mejor para sus pacientes. expuestas al sistema inmune”, aclara. Este Grupo de Inmunogenómica Computacional está asociado a la mayor base de datos de pacientes con cáncer metastásico cuyo genoma ha sido secuenciado y analizado por la Hartwig Medical Foundation. “Estamos hablando de más de 7.000 tumores para los que hemos hecho una secuenciación de todo su genoma y que utilizamos para base de la mayoría de nuestros análisis”, concreta. Gracias a esto, se “puede ayudar” a llegar a una medicina más personalizada.“La medicina personalizada no sólo es cuestión de un tipo de investigación, sino que ha de ser a través de la colaboración o la interacción de distintos campos y de distintos profesionales. Desde luego, lo que es el análisis preciso de cada tumor para identificación de cuáles son las alteraciones específicas conductoras y cuál es su relevancia, también en su interacción con el sistema inmune, es el primer paso que es absolutamente necesario”, piensa. Añade que, después, “hay que encontrar los tratamientos, que sean específicos para cada uno de los pacientes”. Un laboratorio joven El suyo es un laboratorio muy joven. Inició su andadura a principios de este año. Martínez, que ha estado trabajando con otros grupos, liderando algunos proyectos, afirma que su idea, ahora que están creciendo, es que el equipo lo forme una mezcla de distintos perfiles, técnicos, informáticos, matemáticos, biólogos y médicos. Están inmersos en proyectos que denominan“más fundamentales”, que son proyectos de conocer realmente cómo funciona el tumor a nivel más molecular y, sobre todo, a nivel de interacción con el sistema inmune. Tienen otros proyectos más traslacionales. El objetivo de uno de ellos es predecir, a través del genoma de un paciente, si va a responder o no a un tratamiento de inmunoterapia. Es relevante porque hay algunos biomarcadores de respuesta que, en función del tumor, funcionan, son más o menos precisos. Igualmente, “es muy importante saber qué pacientes no van a responder o es prácticamente seguro que no van a responder, porque estos tratamientos son bastante duros y suponen un costo importante para la sociedad”. Así, la idea de estos proyectos es estimar qué pacientes no van a responder. ¿En qué consisten los métodos computacionales y de secuenciación genómica para identificar las alteraciones en los tumores primarios y las metástasis? Contesta que, una vez secuenciado el ADN del tumor, lo que normalmente se hace es comparar los ADN del tumor con el ADN de la sangre, el ADN germinal del paciente, para intentar detectar qué alteraciones específicas son del tumor, qué alteraciones son únicas. “Lo que sucede es que los tumores tienen miles, e incluso cientos de miles, de alteraciones en su ADN”, matiza. Una de las claves, y lo que ellos intentan lograr, es descifrar estos genomas para ver qué alteraciones específicas “Aproximadamente, uno de cada cuatro pacientes tiene alteraciones que se llaman de escape en el sistema inmunitario” “Los tumores tienen miles, e incluso cientos de miles, de alteraciones en su ADN”
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