IM MÉDICO #63

85 El que las tasas de incidencia y mortalidad debida a enfermedad cardiovascular estén disminuyendo quiere decir que se están haciendo cosas, “que se han implementado programas de prevención adecuados y que la población los está aceptando y siguiendo de manera correcta”. Ahora bien, advierte de que el camino por recorrer aún es muy largo y todavía estamos lejos de conseguir los resultados que todos querríamos tener. Factores de riesgo y cómo controlarlos Dentro de los posibles factores de riesgo cardiovascular, distingue entre los no modificables, es decir, aquellos sobre los que no podemos influir, y los modificables, aquellos que sí podemos cambiar. Entre los primeros, se encuentran la herencia, el sexo y la edad. “La herencia se refiere a que determinadas patologías tienen una base genética y, a menudo, se encuentran varios casos en la misma familia. El sexo es importante, porque se sabe que el hombre tiene un mayor riesgo cardiovascular que la mujer. Por último, la edad es también un dato para tener en cuenta, porque el riesgo aumenta en personas mayores respecto a las jóvenes”, aclara. Está claro que contra estas cosas no podemos hacer nada. “Sólo se puede actuar con el tratamiento correcto cuando la enfermedad ya está presente”, remarca. Por eso, fija el foco en los factores modificables, en aquellos que podemos minimizar e incluso hacer desaparecer y que, por tanto, “van a influir mucho en el cálculo final del riesgo cardiovascular”. Dentro de los factores modificables, hay dos grupos. En el primero están determinadas patologías que influyen en la aparición de enfermedad cardiovascular. En este caso, “el tratamiento correcto y el control de esta enfermedad disminuirá a su vez la probabilidad de que aparezca una enfermedad cardiovascular”. Se refiere a la diabetes mellitus, la hipertensión arterial, las hiperlipidemias, especialmente la hipercolesterolemia, y la obesidad. El otro grupo es el de los hábitos inadecuados: sedentarismo, tabaquismo, dieta poco saludable o estrés. Mejias Moreno piensa que, “en estos factores, es donde más tienen que incidir las campañas de prevención de riesgo cardiovascular porque pueden modificarse fácilmente”. Le preguntamos, en este sentido, qué es lo esencial para prevenir desde las consultas, tanto de Cardiología como de Atención Primaria, las enfermedades cardiovasculares. “La principal arma es la información”, responde. Argumenta que, si el paciente tiene muy claro cuáles pueden ser las consecuencias en su vida del tabaquismo o del sedentarismo o de tener un mal control de su diabetes o su hipercolesterolemia, pasará de ser un sujeto pasivo, que sigue con más o menos rigor y más o menos entusiasmo, las indicaciones y los tratamientos de su médico a ser “un colaborador activo, un agente implicado en la resolución del problema”. La ayuda de los probióticos Respecto a cómo pueden ayudar los probióticos a prevenir las enfermedades cardiovasculares, indica que“cada vez existen más estudios que avalan el papel positivo de prebióticos y probióticos en las alteraciones del metabolismo de los lípidos, la obesidad y otras enfermedades asociadas”. Añade que “las bacterias presentes en la microbiota intestinal pueden inducir cambios en la manera de metabolizar los nutrientes, de forma que existen bacterias que van a favorecer el almacenamiento de los lípidos, mientras que otras van a favorecer su gasto y su excreción”. En concreto, el efecto de los probióticos sobre el colesterol puede deberse a distintos mecanismos que tienen que ver con un papel directo de las bacterias presentes en el intestino, que son capaces de asimilar el colesterol de la dieta y utilizarlo para su propio metabolismo, disminuyendo así su absorción, o de manera más indirecta a través de la regulación de las sales biliares que son las responsables a su vez de la absorción y excreción del colesterol. Los probióticos pueden actuar a distintos niveles, bien disminuyendo la absorción de los lípidos o su formación (lipogénesis), o bien aumentando su destrucción (lipolisis). Mejias Moreno comenta que la administración de determinados probióticos equilibra las poblaciones bacterianas residentes en el intestino, favoreciendo la presencia de las bacterias que contribuyen a modular el metabolismo de las grasas. Acto seguido, describe que la arteriosclerosis es el endurecimiento, o la pérdida de flexibilidad, de las paredes de las arterias, que se produce generalmente como consecuencia de la edad.“La aterosclerosis es la aparición de placas de ateroma en dichas paredes, que son acúmulos de colesterol. Estas placas producen rigidez de las paredes arteriales y arteriolares, pero, además, pueden estrechar la luz del vaso, dificultando el paso de la sangre y, en el peor de los casos, se pueden romper y desplazarse los fragmentos por los vasos sanguíneos, hasta llegar a obstruir de manera total algún vaso”, explica. De acuerdo con sus palabras, controlar las cifras de colesterol en sangre, sobre todo del LDL-colesterol, será la forma de impedir que se produzcan las placas de ateroma y todas sus consecuencias. ¿Qué probióticos son indispensables para prevenir las enfermedades cardiovasculares?“Los estudios clínicos que se han hecho a este respecto nos indican que existen algunas cepas muy interesantes en este sentido. En concreto Bifidobacterium longum BB536 influye positivamente en el nivel de colesterol total y en los niveles de LDL colesterol, consiguiendo una reducción de sus cifras”, declara. También menciona otra cepa, Bifidobacterium lactis B420, que ha sido documentada en numerosos estudios clínicos y que ha demostrado tener un efecto reductor sobre los niveles de triglicéridos y sobre la masa grasa corporal. Dentro de la línea de simbióticos Medibiotix, de Laboratorios Heel, alude a dos productos: Cholest Balance y Meta Balance. El primero contiene las dos cepas bacterianas citadas, también prebióticos y otros componentes que han demostrado un papel regulador en las cifras de colesterol como el arroz de levadura roja, la bergamota o la niacina, “por lo que está pensado para personas que necesiten normalizar sus niveles de colesterol”. El otro producto, Meta Balance, incorpora la cepa bacteriana Bifidobacterium lactis B420, aparte de antioxidantes como el hidroxitirosol, la quercetina o la coenzima Q10, vitaminas y prebióticos. Está pensado “para contribuir al correcto funcionamiento del metabolismo y a proteger a los lípidos del estrés oxidativo”. Unos hábitos saludables son fundamentales para el bienestar. Mejias Moreno concluye que la alimentación, el sueño de calidad, la gestión del estrés y el ejercicio adecuado a la condición física de cada uno, son los pilares básicos de la salud. +

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