42 DOLOR a los medicamentos ya autorizados para tratar a esa patología o sintomatología”, reconoce la investigadora. O, al menos, hasta que se hagan ensayos clínicos. Eso obliga a que la comunidad científica plantee el papel de los cannabinoides en cualquier patología como coadyuvantes de los fármacos convencionales. No obstante, señalan desde la SEIC, no presenta problemas porque el mecanismo de acción de estas sustancias es distinto al que tienen los medicamentos en síntesis química. Es decir, que podría generar sinergias “muy interesantes” desde el punto de vista terapéutico. “Es muy posible que, combinando cannabinoides con otras terapias, consigamos efectos sinérgicos”, avanza Sánchez, en referencia a estudios ya realizados en fase preclínica. Por ejemplo, en cáncer, la combinación de cannabinoides con tratamientos antitumorales ha arrojado una respuesta terapéutica “muchísimo mejor” que utilizando cualquiera de las dos aproximaciones por separado. Pero aún, critica el OECM, hay que propiciar los ensayos clínicos relativos a este compuesto. Son “imprescindibles”, entre otras razones, porque facilitan información “indispensable” para hacer uso de un principio activo “con relativa seguridad y eficacia”. La realización de este tipo de investigaciones permitirá ajustar las dosis, la frecuencia de administración, las posibles interacciones con otras sustancias, las ya citadas sinergias, los ciclos de tratamiento e, incluso, los posibles efectos secundarios (que, en el caso del CBD, son adversos en la mayoría de los casos y se reducen a sequedad bucal o náuseas “en dosis extremadamente elevadas”, señala Sánchez). Es más, los ensayos clínicos permitirían saber qué combinaciones de cannabinoides son más efectivas para cada setting o enfermedad. “Los ensayos clínicos nos permiten obtener esa información para tratar a los pacientes con seguridad y garantías de efectividad del tratamiento”, concluye el OECM. Hablan los pacientes No solo son los soldados estadounidenses quienes han experimentado una mejoría tras el consumo de soluciones basadas en CBD. De hecho, en España, la asociación Dosemociones colabora en el asesoramiento a pacientes, familiares y cuidadores afectados, principalmente, por algún tipo de dolor crónico derivado de su patología. En este sentido, ofrece información especializada sobre tratamientos médicos con cannabis medicinal, sus propiedades y aplicaciones “siempre bajo estricto control médico”, se puede leer en su web. La organización está compuesta por alrededor de unos 300 pacientes con distintas patologías, un médico especializado en tratamientos con cannabinoides y personal profesional que ayuda en las iniciativas que se impulsan desde la asociación. Entre ellos está Eva Cortina Tirado, que además es presidenta de Moviendo Spain, Asociación Nacional de Personas Afectadas de Endometriosis, Dolor Crónico y patologías relacionadas. Diagnosticada por primera vez de endometriosis en 2014 (se tarda de nueve a doce años en diagnosticar esta patología que afecta solo a mujeres), los años previos durante su trabajo en una peluquería como estilista fueron de dolores agudos que, en los picos más altos, acababan causándole desmayos. El tratamiento convencional, los opiáceos (en su caso, fentanilo), no eran “suficiente” para manejar el dolor. Reconoce que seguía “sincopando” debido a unos procesos vasovagales “complicados”, y que apenas tenía apetito o dormía debido a esta sintomatología. El dolor crónico que sufren los pacientes con esta enfermedad está por encima de 8 sobre 10 en la escala del dolor EVA. Eso le llevó a aumentar las dosis de fentanilo hasta el punto de tener un consumo excesivo de este opiáceo. “Y, gracias al cannabis medicinal, no me he muerto, literalmente, de una sobredosis”, confiesa. Fue a raíz de conocer la asociación Dosemociones que pudo empezar a explorar la vía del cannabis medicinal y su tratamiento combinado con opiáceos, siempre controlado por un médico. En el caso del cannabis medicinal (que en el caso de pacientes con dolor crónico debería combinar CBD con una cantidad mínima de THC), le alivia los dolores irruptivos de una forma más rápida, “sin tener que ir a drogas más duras ni provocar una sobredosis” por opiáceos. Y la presencia del THC es necesaria en tanto que, mientras el CBD le permite “bajar las náuseas y relajar el cuerpo”, el primero se requiere en pequeñas dosis “para bajar picos de dolor muy alto”. Cortina insiste en que es “importantísimo” tener un medicamento seguro que esté “controlado por el Estado y la AEMPS” y del que se garantice una trazabilidad. Por eso, lamenta que a día de hoy no se haya aprobado en el Congreso de los Diputados la ley que regula el uso del cannabis medicinal, que ya el verano pasado recibió el visto bueno de la Comisión de Sanidad. Una normativa permitiría también que cada paciente acceda al tipo de cannabis que más efectivo se demuestre para su enfermedad y tolere mejor su cuerpo. “Pero eso tiene que ir regulado por un profesional sanitario que te diga qué es lo que tienes que hacer”, recuerda, para conseguir tratamientos “individualizados” y “garantizar que el bienestar del paciente es lo primero”. A partir del tratamiento combinado con cannabis medicinal, Cortina ha presentado mejoría tanto en el apetito como en la reducción de las dosis de fentanilo, además de poder hacer sus necesidades y de dormir por las noches ya que, debido a sus dolores, asegura que en ocasiones ha estado “cuatro o cinco días” sin pegar ojo. El de ella es solo un caso de los muchos que se pueden dar a causa del dolor crónico, que en España afecta a alrededor de nueve millones de personas. Es decir, una de cada cuatro (25,9%) padecen de este tipo de molestias, en ocasiones incapacitantes, que se extienden durante más de cuatro días a la semana y persisten más allá de los tres meses, según el ‘Barómetro del Dolor Crónico en España 2022’ publicado por la Fundación Grünenthal y el Observatorio del Dolor de la Universidad de Cádiz. En 2017, durante una actividad organizada por el OECM, una representación de pacientes tratados con cannabis medicinal leyó un manifiesto en el que pedían, en última instancia, que se reconsiderase la “actual política de irregularidad a la que se ve sometido el uso medicinal de esta sustancia”. De tal forma que acceder a opciones como el uso del cannabis medicinal redunda, se expresaba en el manifiesto, en el “derecho a la calidad de vida del paciente y la de sus familiares”.
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