121 encuentro ideal para compartir los conocimientos entre profesionales españoles y portugueses. Como muestra de gratitud hacia la “acogida, simpatía y amabilidad” en este congreso, Marques le ha hecho entrega a Bernal de una cerámica portuguesa. Presentado el primer Libro Blanco El comienzo de los cuatro días de duración del evento cumbre de la especialidad también permitió conocer que, a partir de este año, en cada reunión anual se presentarán nuevas ediciones del Libro Blanco de la Otorrinolaringología, ya disponible para todos los asociados. Un trabajo conjunto que ha contado con más de 70 autores y que soluciona uno de los problemas que se presentaban al acordar con cuatro años de antelación las ponencias de cara a un congreso: que los temas podían quedar desfasados. La propia López, acompañada de María del Mar Medina González, vicesecretaria general de SEORL-CCC (coordinadoras de la obra) y Fátima Sánchez Fernández, presidenta de Congresos de la sociedad científica, destacó la importancia de ese momento. El origen, compartió, se sitúa en la necesidad de “hacer algo diferente en el que abordar temas de actualidad“. El libro, que ha contado con el apoyo del grupo GAES Amplifon, se compone de 18 capítulos en los que 73 especialistas han analizado pormenorizadamente temas clínicos, quirúrgicos o las aplicaciones de nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), entre otras cuestiones. Como primera edición, la elaboración del índice estuvo abierta para todos los socios de la SEORL-CCC. Se ha planteado también como un documento interactivo. Así, se dispone de contenido audiovisual con clips de intervenciones quirúrgicas que se pueden visualizar escaneando un código QR. Desigualdades mundiales El 70% de los casos mundiales de cáncer de cabeza y cuello (CCC) se concentran en países con ingresos medios o bajos, donde además se producen el 80% de las muertes por este tipo de tumores. Ocho de cada diez personas que habitan la Tierra lo hacen en regiones donde la renta per cápita no supera los 20.000 dólares anuales. Esto complica enormemente tanto su acceso a la sanidad como el costearse los procedimientos o intervenciones relacionadas con patologías otorrinolaringológicas (ORL). La conferencia magistral que ofreció el doctor y profesor del Departamento de ORL de la Escuela de Medicina de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), Johan Fagan, mostró las desigualdades abismales que hay entre el Norte y el Sur global. También en la especialidad. El académico fue reconocido con la medalla como socio de honor durante la celebración en Madrid del 74 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC). Durante su exposición, mostró unas realidades tan distintas como las que hay en occidente y las que se viven en la India, donde entre el 75-80% de los CCC avanzados son inoperables; o en su lugar de residencia, donde el 85% de los cánceres avanzados están en estadios 3 o 4. “Las poblaciones de estos países no tienen acceso a cirugías seguras, asequibles y que se realicen a tiempo”, afirmó tajante. El 95% de la gente en África subsahariana no puede acceder; en contaste, en las regiones más ricas de Norteamérica es tan solo el 0,2%. Otro tanto pasa en la disponibilidad de proveedores en ORL: las regiones con rentas medias y bajas tienen máximo dos por cada 100.000 habitantes, cuando en los países más ricos esa cifra puede alcanzar los entre ocho y diez, tal como estimó el Banco Mundial. En Europa parece impensable, pero el total de cirujanos de cabeza y cuello disponibles en todo el continente africano es de 24 para una población de más de mil millones de personas. Si ese promedio fuera el mismo en Estados Unidos, equivaldría a siete cirujanos para todo el país; y a 0,5 cirujanos para toda Australia, según los ejemplos que puso. Por otro lado, las regiones del mundo con menos recursos son también las que más difícil acceso tienen a radioterapia: la mayoría de África tiene los ratios más bajos, que contemplan que un 21% o menos de la población de cada país puede realizarse este tipo de tratamientos. Fagan se mostró bastante crítico con las guías internacionales de práctica clínica por no reflejar la realidad de cada región, ni a nivel económico ni a nivel investigador, ni de acceso a los tratamientos. En regiones como la suya, los recursos son limitados y eso obliga a abordar los casos de manera individualizada. Alternativas cada vez más económicas, como la radioterapia, podrían ser la opción más viable para la mayoría del continente. Pero actualmente su extensión es limitada. En vista de lo anterior, señaló, la opción es ofrecer una “asistencia óptima” con los recursos disponibles: buscar el mejor resultado oncológico para cada paciente; balancear entre derechos individuales y colectivos; y, sobre todo, tratar de proteger la salud financiera tanto de individuos como de sus familias; de los sistemas públicos de salud y de los fondos de la sanidad privada. Sin acceso a la investigación La mayoría de las publicaciones científicas realizadas desde 2015 se han escrito en la mitad norte del planeta, evidenció. Para más inri, una manera de acceder al conocimiento tan limitado por recursos en África sería ofrecer acceso abierto a las revistas, gratuito para lectores. Pero solo eran en 2022 el 50% de las publicaciones en Ciencias Médicas y de la Salud. En las principales revistas científicas, como Lancet o Nature, el precio de los cargos por procesamiento de artículos (la evaluación, edición y publicación) ronda los 9.000 euros. En las publicaciones específicas en ORL, cuesta una media de 2.500 euros. En una encuesta realizada por su universidad, a 79 profesionales de 21 países con medios y bajos ingresos sirvió para determinar que hasta el 66% del total estaba en una franja media-baja. En salario promedio mensual, la mayoría (58%) respondió que su sueldo rondaba los 501 y los 1.500 dólares. Un 52% de los residentes, además, no pueden recibir salario alguno. Por tanto, este tipo de publicaciones científicas son inasumibles económicamente para los autores de países de rentas medias y bajas; la generación y difusión de conocimiento y el acceso a la innovación está determinada económicamente; eso pone al 80% de la población mundial en riesgo de quedar excluida de la investigación.
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