IM MÉDICO #64

27 De la misma opinión es la Dra. Antonia Arjonilla, radióloga, jefa del Servicio de Radiología del Hospital Vithas Madrid Aravaca de Madrid y responsable de Coordinación Institucional de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM). “Es mucho mejor recomendar a los pacientes una dieta mediterránea que, además, no tiene restricción calórica, lo cual facilita, de alguna manera, la adherencia. Es una dieta más sencilla que la, simplemente, baja en grasas y llena de restricciones”. El aval del estudio PREDIMED sobre la DMed Sin embargo, la evidencia científica sobre los efectos de la dieta mediterránea frente a la enfermedad cardiovascular no sería la misma sin el estudio PREDIMED (Prevención con Dieta Mediterránea), del que se cumplen ahora 10 años, y cuyo objetivo principal fue evaluar los efectos a largo plazo de la DMed en la incidencia de enfermedad cardiovascular (ECV). Así lo explica el prof. Martínez-González: “Se cumplen, prácticamente, 10 años de la presentación del estudio y seguimos generando publicaciones al respecto porque nos basamos en una intervención que cambió considerablemente los conceptos de dietas saludables para la prevención cardiovascular”. La publicación de PREDIMED, para la cardióloga Calero, “supone un punto de inflexión porque, avalado por muchísimos pacientes y por una metodología muy concienzuda, nos demuestra que es la dieta mediterránea la dieta que puede contribuir a disminuir hasta un tercio de eventos cardiovasculares”. Al respecto, cabe recordar que de las cuatro principales enfermedades no transmisibles (ENT) las enfermedades cardiovasculares siguen siendo las causantes de mayor mortalidad (17,9 millones de muertes), seguidas del cáncer (9,3 millones de muertes), las enfermedades respiratorias crónicas (4,1 millones de muertes) y la diabetes (2,0 millones de muertes). Con este estudio multicéntrico, de lo que se trataba era de averiguar si la dieta mediterránea podría evitar la aparición de muerte de origen cardiovascular o infarto de miocardio y/o accidente cerebro-vascular en personas con alto riesgo vascular comparándola con la dieta baja en grasa. La dieta mediterránea (DMed) ha demostrado con evidencia científica sus numerosos beneficios en la prevención y tratamiento de diferentes tipos de patologías crónicas, fundamentalmente cardiovasculares. El concepto de DMed se popularizó a mediados del siglo XX a partir del ‘Estudio de los Siete Países’, liderado por el fisiólogo estadounidense Ancel Keys entre 1958 y 1964. El trabajo contribuyó a la definición de los alimentos integrantes de la dieta que proporcionaban, según la evidencia, una menor incidencia de enfermedades crónicas. Tal como detalló Keys, esta dieta se sustenta en un elevado consumo de verduras, hortalizas, legumbres, cereales de grano entero, frutas, frutos secos y aceite de oliva (como la principal fuente de grasa en la dieta). También se caracteriza por una ingesta moderada de pescado, de productos lácteos (con predominio de yogures y quesos), de una ligera cantidad de carne y derivados cárnicos, y de un consumo regular pero moderado de vino durante las comidas. En el año 2010, la dieta mediterránea fue declarada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como reconocimiento a uno de los patrones dietéticos más saludable. De esta forma, la alimentación era reconocida, por primera vez, por dicha organización con tal distinción. De acuerdo con el prof. Miguel Ángel Martínez-González, epidemiólogo, investigador, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra y Premio Nacional de Investigación Gregorio Marañón de Medicina, “la dieta mediterránea es el modelo ideal de alimentación saludable. Ha supuesto un cambio muy importante en cuanto a la percepción que se tenía del efecto de la nutrición en la prevención de enfermedades que más daño causan como son las cardiovasculares”. Tal es así que, incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado la dieta mediterránea como una ‘dieta protectora’. Asimismo, tanto las Guías Dietéticas Americanas como el ‘European Heart Journal’ han reconocido también a esta dieta como “patrón dietético saludable para prevenir las enfermedades cardiovasculares”. Así lo constata la Dra. Mª José Calero, cardióloga del Hospital Universitario Infanta Elena y Hospital Universitario Rey Juan Carlos, y miembro de la Unidad de Imagen cardíaca. “Clásicamente, hemos tenido la idea de que la dieta baja en grasa, posiblemente, sería la más beneficiosa, y aunque los cardiólogos que pertenecemos a países mediterráneos sabíamos ya de los beneficios de la dieta mediterránea, la evidencia científica nos ha demostrado que esta es la adecuada a seguir para prevenir enfermedades cardiovasculares”. PATOLOGÍAS QUE MÁS SE BENEFICIAN DE LA DIETA MEDITERRÁNEA Este tipo de hábitos alimenticios suponen una estrategia preventiva, no solo de un primer evento cardiovascular (prevención primaria), sino de más eventos en pacientes que ya han sufrido un problema cardiovascular (prevención secundaria). “Es cierto que, como cardióloga, he sacado más partido del beneficio de la dieta mediterránea sobre la reducción de enfermedad cardiovascular, es decir, ictus, enfermedad arterial periférica e infartos, pero también se ha demostrado que la dieta mediterránea disminuye problemas circulatorios y disminuye, incluso, el cáncer de mama hasta casi un 68-70%, según se constató en el estudio PREDIMED”, señala al respecto la Dra. Calero. De tal forma, la dieta mediterránea ha demostrado beneficios no ya solamente en enfermedades cardiovasculares, sino también neurológicas y cancerígenas, además de mejorar la respuesta del sistema inmunológico, entre otras. “Sabemos, además, que estos pacientes tienen menor grado de obesidad con todo lo que conlleva, es decir, menor diabetes y menos síndrome metabólico”, según esta cardióloga.

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