54 SALUD MENTAL EL CONSUMO DE PSICOFÁRMACOS ESTÁ DISPARADO EN ESPAÑA Por todo ello, consideran que “el ámbito educativo es crucial para abordar el uso de redes sociales, necesarias en la vida juvenil, pero con potenciales efectos negativos como el aislamiento social y la alteración del sueño”. Sin embargo, también pueden ser herramientas útiles para expresar emociones y comunicar situaciones de acoso. Luz de Myotanh y Marcia Guitián señalan que, desde Atención Primaria, es esencial promocionar la salud mental y prevenir problemas psicosociales en etapas tempranas. Herramientas como el PHQ-2 para depresión y escalas validadas para TCA y TDAH son vitales. En algunos países, como Inglaterra, se ha introducido el cribado de salud mental en la población infantojuvenil, y en España se contempla en varias comunidades autónomas. Consumo de psicofármacos y acceso a la atención médica En materia de terapias, el estudio impulsado por la Confederación Salud Mental España y la Fundación Mutua Madrileña viene a reafirmar lo que los expertos llevan años advirtiendo. El consumo de psicofármacos está disparado en España. Desde principios de este siglo, en nuestro país se ha triplicado el uso de antidepresivos por habitante, mientras se han duplicado el de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes (de acuerdo a los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE), siendo el tercer país de la Unión Europea con mayor consumo de antidepresivos, que ha crecido un 18 % solo entre 2019 y 2022. En efecto, el estudio revela que el 57,1% de los tratamientos se basa en la prescripción de fármacos, seguido por la psicoterapia (47,6 %) y la participación en programas sociales de apoyo (27,4 %). Además, refleja que un 18,9 % de la población de más de 18 años consume este tipo de medicamentos y el 73 % de ellos lo hace a diario. En consonancia con los datos que maneja la OCDE, los más utilizados son los ansiolíticos (61,9 %) y los antidepresivos (47,2%). Desde la Sociedad Española de Psicología Clínica-ANPIR, sin embargo, consideran que existe una excesiva medicalización de los problemas de salud mental. Eso implica que se tiende a tratar de forma farmacológica problemas que responderían mejor a tratamientos psicológicos. “El 80 % de los trastornos mentales se pueden tratar sin incluir psicofármacos. Esto contrasta con la realidad del día a día, en la que solo recibe tratamiento psicológico uno de cada diez personas diagnosticadas de trastornos mentales comunes y en la mayoría se terminan recetando psicofármacos, lo que no soluciona el problema”, explica Laura Armesto, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psicología Clínica-ANPIR. Pero a pesar de la mayor incidencia de trastornos de este tipo en mujeres y de la mayor tendencia a consumir psicofármacos, estas no acuden más al psiquiatra que los hombres. La probabilidad de pedir ayuda profesional es la misma para ambos sexos. De hecho, en cuanto a la atención médica, solo el 26,2 % de las personas acude actualmente a un especialista de salud mental (20,8 % a consulta de Psicología y 17,6 % a consulta de Psiquiatría). La principal causa es que, para más de la mitad de la población, un 57,3 %, acudir a un profesional de la salud mental es algo económicamente inaccesible. Para la sociedad que engloba a los psicólogos clínicos, el género, el lugar de residencia y los recursos económicos condicionan el acceso de los ciudadanos a atención a la salud mental. Así las cosas, solo una de cada diez personas diagnosticadas de depresión accede a psicoterapia en la Sanidad pública. En el caso de los pacientes con trastornos mentales más graves, la mayor parte son atendidos en la Sanidad pública, aunque se encuentran con demoras en la atención que tienden a cronificar y empeorar su pronóstico. “Es de agradecer la relevancia que ha tomado la salud mental en los últimos años, pero a veces nos olvidamos de las personas con TCA, trastornos de personalidad, psicosis, trastorno bipolar… que necesitan un tratamiento especializado, multidisciplinar. Además, los modelos de trabajo deben estar orientados a la recuperación y no tanto, como sucede en la actualidad, a controlar solo las crisis o los momentos más álgidos. En salud mental se ponen muchos parches, en parte por la incomprensión, en parte por prejuicios sobre qué es un trastorno mental”, apunta Armesto. Es por todo ello que la sociedad científica reivindica una mejor gestión de los recursos disponibles y servicios orientados a la recuperación para mejorar la situación por la que pasan los servicios de atención a la salud mental. “Si entendemos la salud física como un derecho, no hay razón para que la salud mental no lo sea también”, concluye. ADULTOS EN LA UE EN RIESGO DE DEPRESIÓN Fuente: INE 2022 2021 2020 47% 54% 53% 60% 50% 59% Hombres Mujeres
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