IM MEDICO #70

57 ción ante diversas entidades públicas y privadas, tanto nacionales –Ministerios de Sanidad, Cultura, Justicia, Trabajo; Consejos Generales de Médicos y de Farmacéuticos; FACME, etc.–, como extranjeros –la OMS, WPA, EPA, APAL, etc.–. “Finalmente –continúa el presidente–, destacaría la labor que hacemos intentando mejorar la percepción social de los trastornos mentales, combatiendo el estigma, y reclamando para estos trastornos la atención que merecen por su importancia y gravedad. Esto nos lleva a una presencia constante en medios de comunicación, redes sociales, eventos y conmemoraciones, y a desarrollar proyectos concretos de gran relevancia, como el Libro Blanco de la Psiquiatría, publicado en 2023”. Ansiedad, depresión e insomnio Según los últimos Informes Nacionales de Salud correspondientes a los años 2021 y 2022, los trastornos mentales más comunes son los trastornos de ansiedad, las depresiones y el insomnio, todo ello dentro del espectro de la denominada “enfermedad mental común”, que agrupa los trastornos más leves. Este tipo de trastornos puede afectar al 15-20 % de la población. Sin embargo, también existe la“enfermedad mental grave”, con una prevalencia menor, en torno al 5 %, en la que se encuentran entidades como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, las depresiones graves o los trastornos de personalidad, pero que conduce a situaciones de gran sufrimiento y pérdida de autonomía, así como a comportamientos tan preocupantes como las conductas suicidas.“No es de extrañar, por lo tanto, que desde la sociedad prestemos una atención especial a este tipo de trastornos”, advierte el especialista. En España se ha registrado en los últimos años un aumento de las enfermedades mentales, debido al crecimiento de la prevalencia de los trastornos mentales comunes, aunque la prevalencia de los trastornos mentales graves permanece relativamente estable. Las causas de este aumento, detalla Martín Carrasco, son“complejas”, dado que los trastornos mentales tienen una etiología compleja, “de tipo multifactorial, en la que se contemplan elementos de tipo biológico, psicológico y social”. “No obstante –continúa–, me gustaría destacar dos aspectos. Uno es el consumo de tóxicos. España es un país con una tasa muy alta de consumo, especialmente de alcohol y cannabis, y ambas sustancias tienen un efecto muy nocivo a la hora de desencadenar, agravar y perpetuar los trastornos mentales”. El psiquiatra añade que, además, recientemente se ha añadido a estos consumos endémicos un incremento de la utilización de otras tóxicos, como cocaína y sustancias estimulantes sintéticas, en general derivados anfetamínicos, que tienen“una repercusión negativa y muy grave sobre el funcionamiento psíquico”. Por lo tanto, se ha producido un aumento de casos de personas afectadas de trastorno mental grave y persistente –trastornos psicóticos–, consumo de tóxicos y alteraciones graves de comportamiento, que están desbordando los recursos asistenciales tradicionales. En segundo lugar, estamos asistiendo a una serie de cambios sociales“que se suceden de manera vertiginosa, que repercuten sobre las referencias sobre las que se construye la identidad”, y que están afectando, matiza el especialista, sobre todo a los más jóvenes, con un aumento de las patologías relacionadas, como los trastornos de personalidad de tipo límite, los trastornos de la conducta alimentaria o los trastornos por autolesiones. Diferencias entre autonomías Entre las distintas comunidades autónomas españolas existe “una gran heterogeneidad” en la dotación de recursos y en la organización de la asistencia, explica el doctor Martín Carrasco. El Libro Blanco de la Psiquiatría lo señala. Por ejemplo, España es uno de los países con menor ratio de especialistas de Psiquiatría/100.000 habitantes de nuestros países de referencia: 12 psiquiatras por cada 100.000 habitantes (9,27 en el sistema público), siendo el promedio de la OCDE de 18 psiquiatras por cada 100.000 habitantes. “Las diferencias son tales que, por ejemplo, el ratio de psiquiatras de las comunidades más favorecidas puede triplicar al de las comunidades con menos recursos”, explica el psiquiatra, que añade: “En nuestra opinión, se trata de una violación flagrante del principio de equidad que debería presidir las prestaciones sanitarias en nuestro país, y constantemente reclamamos que se establezcan unos estándares de recursos, tanto humanos como dotacionales, para el conjunto del país”. Otro aspecto de vital importancia para la SEPSM es el abordaje de la salud mental en la infancia y en la adolescencia.“En primer lugar, debería producirse un cambio en la orientación general de la atención psiquiátrica, introduciendo una dimensión preventiva de la que, en general, se adolece”, explica el presidente de la SEPSM, quien añade:“Hay que destacar que la gran mayoría de los trastornos mentales graves se inician antes de los 25 años. Un paso en la buena dirección ha sido la creación de la especialidad de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia, que ha conllevado un esfuerzo muy importante de nuestra sociedad a lo largo de años. Pero, evidentemente, ahora debe dotarse y desarrollarse adecuadamente esta especialidad, lo que constituye un reto de primer orden, dadas las carencias que ya tiene el sistema, aún sin la introducción de la nueva especialidad”. El profesional también explica que es“necesario”implementar estrategias preventivas en el medio escolar, dado que las primeras manifestaciones de los trastornos van a apreciarse allí, y la detección e intervención son fundamentales.“Pero eso trae aparejado un esfuerzo de coordinación interdepartamental que no siempre resulta sencillo en nuestro país. Otra coordinación necesaria es con los servicios sociales, especialmente para la atención a casos de deprivación social, maltrato o poblaciones especiales”, matiza el presidente de la SEPSM. Cuando el paciente no quiere ser tratado Uno de los problemas ante el que se encuentran las familias es con la negativa de la persona con un problema de salud mental a ser tratada. “Los trastornos mentales son muy heterogéneos, por lo que la respuesta ante el rechazo al tratamiento también debe ajustarse en consecuencia”, explica el psiquiatra, que detalla:“Como principio básico, hay que respetar la autonomía de la persona a la hora de decidir su tratamiento, una vez que posee la información necesaria sobre las distintas opciones terapéuticas disponibles. El problema radica en la presencia de trastornos mentales graves que hayan producido una afectación de la persona para interpretar de forma adecuada la realidad, incluyendo su propio estado psíquico, con la aparición de alteraciones del comportamiento graves, que pueden incluir, por ejemplo, riesgo para la integridad física de otras personas o de la misma persona afectada, u otros perjuicios”. Para esos casos, y de forma siempre “proporcional”, el doctor propone que puedan plantearse medidas como el ingreso invo-

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