IM MEDICO #70

63 Está claro que se necesitan nuevas estrategias, porque son síntomas muy limitantes en la vida de estas personas, y cada vez hay más evidencia que sugiere que, además de compartir algunos síntomas, a nivel biológico comparten también algunas alteraciones, tanto de su microbiota intestinal como a nivel inflamatorio. El trabajo incorporó 180 pacientes de entre 20 y 65 años, de los cuales 113 con TDAH, 44 con TLP y 23 diagnosticados por las dos patologías. Todos ellos presentaban síntomas de irritabilidad y la mayoría ya tomaban otros tipos de medicaciones. Una mitad de los pacientes recibió placebo y la otra mitad tomó un simbiótico. Este compuesto incluía cuatro tipos de bacterias (probiótico) y un conjunto de azúcares que sirven de nutrientes para el adecuado crecimiento de las bacterias (prebiótico). El equipo investigador analizó la respuesta al tratamiento después de 10 semanas. Se consideró que había una buena respuesta al tratamiento si había una mejora clínica en los síntomas de irritabilidad, según el criterio de los profesionales médicos y la experiencia del paciente. Así, se observó que en 19 pacientes (un 11 % del total) se redujeron los niveles de irritabilidad: 15 de estos (79 %) habían tomado el simbiótico, mientras que solo cuatro (21 %) habían recibido el placebo. En todos los casos se confirmó la buena tolerancia del tratamiento, con pocos efectos secundarios. La relación entre los simbióticos y el TDAH La microbiota intestinal es indispensable para el correcto desarrollo y función cerebral a través de su interacción con diferentes ejes hormonales y/o inmunológicos. De hecho, razona Arteaga, “cada vez más evidencia sugiere que los pacientes con TDAH y/o TLP presentarían alteraciones en la composición y/o función de su microbiota intestinal. Por lo tanto, se ha sugerido que el uso de simbióticos podría ser beneficioso para el manejo de los síntomas en estos pacientes a través de la mejoría en la composición y/o función de esta microbiota alterada”. Un simbiótico está compuesto por prebióticos y probióticos. La fibra sería un prebiótico, esto es, sustancias de las que se alimentarían las bacterias beneficiosas para la salud, que serían los probióticos. En este estudio comprobaron que a los pacientes a los que se les dio el simbiótico, al cabo de diez semanas de tratamiento, respondían mejor, lo que sugiere que la irritabilidad mejoraba en estos pacientes, comparado con los que se les dio placebo. “A parte de una mejor respuesta en cuanto a sus niveles de irritabilidad, mejoraba la disregulación emocional, lo cual ya se había visto en el estudio previo, y venía a reforzarlo, pero también mejoraba otros síntomas, como por ejemplo la inatención, es decir, que estaban más atentos, mejoraban algunos aspectos de su funcionalidad, funcionaban mejor en temas de su día a día, y sus niveles de estrés también disminuían”, explica la doctora Gara Arteaga. Próximas fases del estudio La experta adelanta que uno de los aspectos que todavía deben analizar es cómo modifica el simbiótico la microbiota y, a su vez, cómo correlaciona con determinados síntomas. “Algo muy interesante es que sobre todo mejoraban los pacientes que tenían niveles disminuidos de una sustancia denominada RANK-L, que es un compuesto inflamatorio que, cuando está en niveles muy altos o en niveles muy bajos, se cree que puede provocar que el cerebro no funcione de manera adecuada o tenga problemas en su formación”, matiza. Y especifica que los próximos estudios en psiquiatría a la hora de desarrollar nuevos fármacos, deben abandonar la idea de que un agente, ya sea un simbiótico u otro tipo de fármaco, va bien para todo el mundo: “La idea de individualizar los tratamientos en base a marcadores biológicos es hacia donde tiene que ir todo, como se hace en otros trastornos médicos. La aspirina no se le da a todas las personas que tienen dolor de cabeza, pues a algunas les va bien y a otras no, y esa es la línea por la que debemos ir. El objetivo es hallar marcadores biológicos que predigan respuestas a determinados tratamientos concretos, algo que vimos en este estudio, por ejemplo”. Para la doctora, los siguientes estudios deben ir encaminados a la identificación de nuevos marcadores biológicos de respuesta a tratamiento en pacientes con diferentes patologías psiquiátricas. Insiste en que “es importante identificar qué sujetos van a beneficiarse de una intervención concreta y abandonar el concepto de ‘un mismo agente vale para todos’. Colaboración con otras especialidades médicas Tanto en la inflamación, como la inmunidad y la microbiota en los trastornos psiquiátricos, se observa cada vez más evidencia que sugiere que, al menos un porcentaje -se habla de entre un 30 y un 60 % de los pacientes que están diagnosticados de una patología mental-, tiene una disregulación inmunológica de base. Aunque no se sabe muy bien de dónde viene, se cree que intervienen factores que tienen que ver con la microbiota o factores hormonales, “y en nuestro departamento estamos haciendo muchos estudios en esa línea”. En cuanto a este, la doctora aclara que querrían replicarlo en unas muestras de pacientes más grandes o pacientes con otros trastornos, como trastorno depresivo o esquizofrenia. “La línea es la de intentar seguir creando evidencia en este campo para poder desarrollar nuevos fármacos y marcadores que nos permitan diagnosticar y tratar mejor a los pacientes”, asegura. Y, de manera multidisciplinar, colaborar con otras especialidades médicas para que ellos también entiendan mejor lo que le ocurre a los pacientes, y “seamos más hábiles a la hora de darnos cuenta cuando un paciente puede tener una disregulación de este tipo. El futuro se encamina hacia el abordaje multidisciplinar, en la colaboración entre diferentes especialidades”. + Destacados “DEBEMOS TENDER A INDIVIDUALIZAR LOS TRATAMIENTOS EN BASE A MARCADORES BIOLÓGICOS”

RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=