IM MEDICO #70

67 Con el aumento de enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión, que son factores de riesgo para enfermedades renales, la demanda de los servicios de nefrología se ha visto incrementada. Esto incluye tanto el tratamiento de enfermedades renales crónicas (ERC) como la gestión de la diálisis y los trasplantes renales. En España, se calcula que la ERC afecta al 15 % de la población. Es decir, a siete millones de personas. Asimismo, un 7 % de los pacientes con ERC progresa a etapas avanzadas (etapas 4 y 5), donde se requiere una intervención médica más intensiva. La prevalencia del Tratamiento Renal Sustitutivo (TRS) en personas con ERC (número de personas en diálisis o trasplante) ha aumentado más de un 30 % en la última década en nuestro país. Actualmente, casi 67.000 personas necesitan diálisis o trasplante para seguir viviendo. Se sitúa en 1.411 pacientes por millón de población. Esta enfermedad sigue aumentando cada año, y de continuar su ritmo actual de crecimiento, se convertirá en la segunda causa de muerte en nuestro país en pocos años. ´Epidemia silenciosa´ Es un grave problema de Salud pública. La ERC es conocida como la epidemia silenciosa, debido a que sus síntomas son poco reconocibles en sus fases precoces y a que cuenta con una alta tasa de infradiagnóstico (un 40 %). Se habla de epidemia por la elevada prevalencia ya mencionada, y de silenciosa porque no produce síntomas hasta fases avanzadas. Desde la Sociedad Española de Nefrología (S.E.N.), advierten de que, aquí, hay muy poca cultura social sobre la salud y el cuidado de los riñones, menos que sobre el cáncer o la salud cardiovascular, cuando esta última precisamente está íntimamente relacionada con la salud renal. A medida que la función renal disminuye, el riesgo de desarrollar daño y enfermedad vascular aumenta, de manera que la causa más frecuente de mortalidad en los pacientes renales está en los problemas cardiovasculares. De igual modo, la presencia de factores de riesgo cardiovasculares y el desarrollo de daño vascular también supone un grave problema, al triplicar el riesgo de enfermedad renal. Así, los malos hábitos alimenticios, como la alta ingesta de sal, son perjudiciales para el corazón y el riñón, y en general, muchas de las recomendaciones para la salud de ambos órganos son similares. Lo que es malo para el corazón, también lo es para el riñón, y al revés. Llevar una dieta no adecuada y poco saludable, el abuso de la sal y las bebidas azucaradas (como refrescos o zumos no naturales), no realizar una buena hidratación con agua ante las altas temperaturas, y confundir descanso con inactividad, son algunos de los principales riesgos para el riñón. Los especialistas de la S.E.N. igualmente recomiendan evitar cuestiones como los alimentos procesados y el consumo de tabaco; aumentar la ingesta de frutas y verduras, y comer más pescado que carne, entre otras medidas importantes. El objetivo último de este tipo de actuaciones es potenciar la prevención en la salud renal y en la salud en general, y hacerlo además desde las edades más tempranas, en los menores, cambiando los hábitos de vida que son poco saludables por una vida más sana, de manera que se puedan anticipar a los problemas y necesidades de las personas y contribuir a mejorar su calidad de vida y bienestar. En una nota de prensa, que promovía un decálogo de recomendaciones para cuidar de la salud renal durante las vacaciones y el verano; Emilio Sánchez, presidente de la S.E.N., subrayó que es primordial “visibilizar las enfermedades renales, en especial la ERC, porque es un grave problema de Salud pública en España y en todo el mundo que cada día va a más”. Dejó claro que hay que cuidar nuestros riñones en verano y siempre. La ERC, que conlleva que los riñones dejen de funcionar, tiene un gran impacto en la salud y calidad de vida de las personas que la padecen, a pesar de su gran desconocimiento en la sociedad. En definitiva, hay que lograr desde las consultas que los ciudadanos se preocupen por su función renal y la salud de sus riñones, igual que lo hacen con sus niveles de colesterol o ácido úrico, o con su tensión arterial.

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