IM MEDICO #70

7 La Hematología es una especialidad médica que ha evolucionado significativamente en los últimos tiempos y actualmente se encuentra en un momento de gran avance y desarrollo. Ha mejorado considerablemente en el diagnóstico de enfermedades de la sangre gracias a tecnologías como la secuenciación genética, la citometría de flujo y la biología molecular. Estas herramientas facilitan una identificación más precisa de las alteraciones genéticas y moleculares que causan enfermedades hematológicas. De trascendental importancia son los pasos que se han dado en el desarrollo de terapias innovadoras, como la inmunoterapia, las terapias dirigidas y la terapia génica. De hecho, los CAR-T han revolucionado el tratamiento de ciertos tipos de leucemias y linfomas, ofreciendo opciones para pacientes que antes no tenían alternativas efectivas. Las terapias dirigidas están diseñadas para atacar moléculas específicas involucradas en la enfermedad, lo que permite tratamientos más eficaces y con menos efectos secundarios. Asimismo, la medicina personalizada es un enfoque clave, con tratamientos adaptados a las características genéticas y moleculares de cada paciente. En junio, precisamente, para explicar los últimos avances que se han producido en el campo de la sangre y sus enfermedades, y analizar el futuro de la hematología como especialidad pionera en innovación, la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) celebró su VIII Jornada de Divulgación HematoAvanza. En ella, se abordaron diferentes temas: las posibilidades de prevenir el cáncer sanguíneo, el abordaje multidisciplinar de la leucemia linfocítica crónica (LLC) en la era de la medicina de precisión, el desconocimiento en torno a la peligrosa trombosis venosa, el testimonio de un paciente con enfermedad de injerto contra receptor (EICR) crónica, cómo abordar el desafío mundial de la anemia, los largos supervivientes de cáncer sanguíneo en los sistemas sanitarios, qué son los anticuerpos monoclonales biespecíficos y cómo luchan contra el cáncer, y el futuro de la terapia CAR-T. Sobre el cáncer sanguíneo; Izaskun Zeberio, hematóloga en el Hospital Universitario de Donostia en San Sebastián, consideró que “el seguimiento a largo plazo de los pacientes libres de enfermedad comienza cuando termina el cuidado oncológico rutinario, usualmente a los cinco años de haber terminado el tratamiento, y el paciente está curado”. Es primordial “porque los pacientes pueden presentar efectos tardíos de la enfermedad y/o complicaciones derivadas de su tratamiento que deben ser prevenidas, diagnosticadas y tratadas eficazmente”. Avisó de que al menos dos tercios de los supervivientes de cáncer desarrollarán estas complicaciones, que pueden ser físicas (EICR crónica, cánceres secundarios, enfermedad cardiovascular y alteraciones endocrinas fundamentalmente) o psicosociales. Por su parte, Lorenza Bermejo contó su historia como paciente con EICR crónica, una enfermedad que contrajo hace cuatro años, tras recibir un trasplante alogénico de células madre sanguíneas (procedentes de un donante) para tratarse una leucemia mieloblástica aguda. Ésta es una complicación “muy desconocida”, pero es la más característica que puede darse después de un trasplante de este tipo y afecta a la mitad de los pacientes que se someten a dicho procedimiento. Esta enfermedad se produce por el efecto citotóxico de los linfocitos del donante que van contra los órganos y tejidos sanos del receptor. Mientras que la incidencia de la EICR aguda ha disminuido, la de la ECIR crónica continúa aumentando, debido probablemente a que en la actualidad es posible trasplantar a pacientes con edades más avanzadas y a la mayor disponibilidad de donantes alternativos. Para María Victoria Mateos, presidenta de la SEHH; “todavía hay mucho camino por recorrer antes de conseguir una posible prevención del cáncer sanguíneo”. Juzgó que no tendría sentido impulsar programas de cribado en algunos de estos cánceres, pero hay otros tantos en los que se sabe que pueden estar precedidos de situaciones premalignas sobre la cuáles se podría actuar potencialmente para hacer una detección precoz, plantear un seguimiento e incluso implementar algún tratamiento precoz. No obstante, junto a los grandes beneficios que pueden traer los cribados, siempre hay que tener cuidado con barreras tales como el coste, el impacto psicológico o la potencial necesidad de herramientas diagnósticas que puedan ser innecesarias.

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