91 Pero, además, “en un paciente con cáncer de cabeza y cuello las estructuras afectadas por ese tumor son las propias que realizan la deglución”. Entonces, prosigue Pérez Ortín, aparte de lo que supone tener una enfermedad oncológica,“se le suma esta patología tan importante”. Las múltiples causas de la DO En este sentido, los motivos que producen la DO son múltiples. En palabras de la doctora, “es prácticamente un síntoma, aparece en muchas enfermedades neurológicas, tanto en las agudas (como los ictus) como en las neurodegenerativas (Parkinson, alzheimer, etc.)”. Asimismo, “asumimos que cualquier paciente que está durante un periodo largo sin comer puede padecer una DO. O una persona que sufra un accidente de tráfico y haya una afectación de cabeza y cuello”. No hay que olvidar tampoco que los niños también la pueden sufrir, apostilla, “ya sea por una cirugía cardíaca o pulmonar, o en aquellos prematuros en los que todavía la deglución no está establecida; así como todas las alteraciones del desarrollo que ocurren en la infancia”. Por último, la vocal de la SEORL-CCC menciona que “parte del envejecimiento lleva asociada esa pérdida de coordinación en la deglución”. “Siempre digo que, si llegamos a la edad suficiente, todos padeceremos, en menor o mayor grado, disfagia orofaríngea”, asegura. En términos absolutos, la disfagia afecta a casi 2,5 millones de españoles. Y, de ellos, el 90 % no están diagnosticados ¿A qué se debe este infradiagnóstico? Según Magdalena Pérez Ortín, en parte, a que los síntomas a veces son muy sutiles, con lo cual, incluso las familias o el propio paciente no le dan importancia. “Habitualmente suele producir un pequeño carraspeo a la hora de comer, un cambio de voz cuando como, unas décimas tontas de fiebre por la tarde que no sé explicar, etc. Es decir, no se corresponde con lo que la gente entiende por atragantamiento. La DO no siempre significa que me tomo un alimento y me ponga a toser violentamente, sino que muchas veces los síntomas son mucho más sutiles de lo que esperaríamos”, aclara. Pese a estas cifras, la especialista se muestra optimista y considera que se va mejorando la situación. “Creo que existe cierta concienciación social sobre cosas que no son normales, como pérdida de peso de manera inexplicable, carraspeo en todas las comidas o coger muchos catarros. E, igualmente, en la comunidad médica ha habido un gran avance en los últimos diez años en este tema”. Y aunque admite que todavía la situación no es la ideal, la cual pasaría por un screening global en los hospitales, “sí que es verdad que cada vez hay más unidades de disfagia orofaringea, más profesionales implicados en ello, unidades de ictus con mayor cribado de los pacientes, etc.”. En suma, se va por buen camino, si bien a su juicio hay que mejorar los esfuerzos para que la sociedad conozca esta patología. Pone un ejemplo muy clarificador: “Hay mucha más gente con problemas de disfagia que celiacos, probablemente el doble. Pero, sin embargo, socialmente es mucho más visible la celiaquía”. En cuanto a las opciones terapéuticas, la otorrinolaringóloga señala que el primer paso es velar por la seguridad del paciente “a través de las adaptaciones de la dieta, consiguiendo que se nutra, se hidrate y no haya peligro al comer”. Después, en función de la causa, se prescribirá rehabilitación logopédica, que es uno de los pilares fundamentales. “Pero no vale una logopedia igual para todo, sino que debe ir dirigida al déficit específico, y eso lo va a determinar un otorrinolaringólogo al realizar un diagnóstico específico. Esta es la manera correcta, es decir, no vale la logopedia general; valen ejercicios dirigidos para un déficit específico”, esgrime. En algunos casos, además, hay opciones terapéuticas y quirúrgicas disponibles. La importancia de la colaboración multidisciplinar en el abordaje de la disfagia Por todo ello, la SEORL-CCC defiende que el trabajo colaborativo entre logopedas y otorrinolaringólogos es fundamental para estos pacientes. “Y no solamente en cuanto a tratamientos, sino que, si ese paciente está desnutrido o deshidratado, habrá que contar con nutricionistas, endocrinos y rehabilitadores para realizar otros abordajes más integrales”, apunta la portavoz de la sociedad científica a este respecto. En esta línea de compromiso con los pacientes con disfagia, la SEORL-CCC lanzó el pasado mes de diciembre la Acreditación Hospitales comprometidos con la disfagia orofaríngea, a “LA DO NO SIEMPRE SIGNIFICA QUE ME TOMO UN ALIMENTO Y ME PONGA A TOSER VIOLENTAMENTE, SINO QUE MUCHAS VECES LOS SÍNTOMAS SON MUCHO MÁS SUTILES DE LO QUE ESPERARÍAMOS” la que ya se han adherido las Unidades de Disfagia de los Hospitales Universitarios La Paz (Madrid); Fundación Alcorcón (Madrid); Hospital Universitari Joan XXIII ICS Camp de Tarragona; Hospital Universitario Puerto Real (Cádiz); Althaia Xarxa Assistencial Universitària Manresa (Barcelona); Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander); Hospital HLA Universitario Moncloa (Madrid), y Hospital General Universitario de Elda (Alicante). De acuerdo a la doctora, “se trata de una iniciativa que acredita a todos aquellos centros hospitalarios que dispongan de un sistema de despistaje de disfagia orofaríngea y de adaptación dietética para los pacientes ingresados en sus hospitales”. Por una parte, “premiamos el esfuerzo de los que ya lo están haciendo y, por otra, estimulamos a aquellos que no lo tienen a lograrlo y mejorar así la atención a los pacientes”, indica. Así las cosas, Magdalena Pérez Ortín identifica tres asignaturas pendientes en el abordaje de la disfagia orofaríngea en nuestro país. “En primer lugar, que la gente sea consciente de que esos síntomas tan sutiles hay que consultarlos para evitar los riesgos de una DO no atendida”. Además, sabiendo que se trata de una enfermedad que afecta al ámbito social de las personas, insiste en la necesidad de que se dé a conocer. “Igual que hay centros de restauración con dietas para celiacos o para alérgicos, que incluyeran también dietas específicas para que estas personas puedan hacer vida social de la forma más normalizada posible”, esgrime. Y, por último, concluye, considera fundamental “que haya unidades de disfagia en todos los centros con un otorrinolaringólogo especializado en el tema para que pueda hacer un diagnóstico certero”. +
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