83 o en la población”. Es decir, son sustancias, o combinaciones de las mismas, que se encuentran en cualquier espacio de la vida cotidiana: desde productos para el hogar, pasando por comidas preparadas o algunos cosméticos o productos de skincare. La evidencia científica ha demostrado que afectan negativamente a la salud de la población. Por ello, iniciativas como la de Laboratorios SVR y su Comité Científico son clave para arrojar luz sobre esta problemática que nos involucra a todos. Así, el Comité Científico no solo busca mantenerse al día con los últimos avances en este campo, sino también educar a otros profesionales de la salud para que puedan dar respuestas a las dudas de consumidores y pacientes. Su enfoque abarca desde la identificación y evaluación de las fuentes de exposición hasta la promoción de cambios en la vida cotidiana, buscando reducir al mínimo el impacto de estos compuestos en la población. Asimismo, el comité actúa como un puente entre la investigación científica y la industria, aportando su conocimiento para el consumo de productos (no solo cosméticos) que respeten la salud humana y el medioambiente. A través de su labor, este grupo de expertos refuerza el compromiso del laboratorio con la seguridad y el bienestar, convirtiéndose en un referente en la prevención y mitigación de los efectos adversos de los disruptores endocrinos, que como explica la dermatóloga Sara Gómez, “pueden tener efectos en nuestro organismo, en el de nuestra descendencia o en el de toda la población”. El impacto de los disruptores endocrinos en la salud No en vano, “existen muchos tipos de disruptores (metales pesados como el plomo, insecticidas y pesticidas, plastificantes, conservantes, bactericidas, algunos fármacos, etc.) y podemos contactar con ellos por distintas vías (respiratoria, digestiva o contacto por la piel)”, introduce Sara Gómez. Actualmente no conocemos el impacto real de muchos de estos disruptores ni tenemos métodos validados para medirlos, añade la especialista, “pero la evidencia científica relaciona la exposición a algunos de estos ingredientes con el desarrollo de ciertas enfermedades metabólicas (diabetes, obesidad, alteraciones tiroideas), enfermedades del desarrollo o, incluso, ciertos tipos de cancer”. “Sabemos que algunos disruptores no se acumulan, pero estamos expuestos a ellos de forma continua, como el bisfenol A o los parabenos; mientras que existen otros que sí pueden acumularse en nuestro organismo, como las llamados PFAS (sustancias poli y perfluoroalquiladas)”, detalla Sara Gómez. Además, se ha comprobado que las combinaciones de algunos disruptores o la combinación de estos con los envases plásticos pueden potenciar sus efectos nocivos. “A día de hoy, nos quedan muchos interrogantes por responder, pero por eso la comunidad científica y la legislación es prudente, y regula nuestra exposición a muchas de estas sustancias”, afirma Sara Gómez. Los 1.000 primeros días, cruciales Ahora bien, se dice que los 1.000 primeros días son fundamentales para el resto de la vida y generaciones futuras, pues se trata de una etapa de mayor vulnerabilidad a los factores externos, “y hoy sabemos que, desde la concepción hasta los primeros años de vida, algunos factores como los disruptores endocrinos, pueden tener un efecto relevante, condicionando un incremento del riesgo de presentar ciertas enfermedades en el futuro”, según la facultativa. Por esa razón, una de las recomendaciones de la dermatóloga a sus pacientes para evitar, en la medida de los posible, la exposición a estos compuestos a través de productos dermatológicos es “ser más estrictos con nuestras recomendaciones en las épocas más vulnerables de la vida, como embarazo, lactancia o primeros años de vida”. “En estos períodos, recomendamos cosméticos desarrollados especialmente en estas edades (ya que para algunos productos existen regulaciones específicas), e indicamos, cuando sea posible, evitar ingredientes que sabemos que pueden tener un cierto potencial disruptor, ya sea por presencia de ingredientes que han demostrado potencial disruptor (como el triclosán o el triclocarbán, algunas benzofenonas, ciertos ingredientes despigmentantes, etc.), o porque sabemos que en su fabricación se relacionan con ingredientes como ftalatos o aceites esenciales”, desarrolla. En este sentido, Sara Gómez especifica que los principales disruptores en ingredientes cosméticos son los parabenos, conservantes como el triclosán y el triclocarbán, despigmentantes como la arbutina y el ácido kójico, algunos fotoprotectores como las benzofenonas, ftalatos o ciertos aceites esenciales. Sin embargo, deja claro también que los ingredientes están muy estudiados y aquellos usados en cosmética se consideran seguros. “No debemos perder de vista que la regulación limita las concentraciones de los productos para evitar justamente el efecto disruptor de estos ingredientes. Un ejemplo claro es el de los parabenos, de los cuales hay algunos prohibidos en cosmética. Además, sabemos que es importante el estado de la piel o los excipientes usados: no es lo mismo aplicarlos en piel sana que agredida, en excipiente alcohólico que en ungüento, etc.”, afirma. LABORATORIOS SVR Y LOS DISRUPTORES ENDOCRINOS Laboratorios SVR nació en 1962 en Francia con el objetivo de ofrecer soluciones dermatológicas para todo tipo de pieles, incluso las más sensibles. Sus tratamientos, con altas concentraciones de ingredientes activos dermatológicos y fórmulas innovadoras, generan altas dosis de confianza y bienestar. Desde 2017, Laboratorios SVR ha testado sus productos en un laboratorio independiente especializado en disruptores endocrinos. Asimismo, prueban todos los productos dirigidos a los usuarios más vulnerables y reformulan aquellos que demuestran una alteración en el sistema endocrino. Ahora, con la creación de su Comité Científico local, dan un paso más.
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