im MÉDICO | 42.2 38 cosas y problemas de concentración. Por sexo, ellas aprecian la sensacióndeestar tristes, decaídas o desesperanzadas casi 20 puntos porcentuales por encima que ellos (ellas 66,3% vs ellos 47,6%), de nuevo con especial incidencia en el grupo de mayor edad. Por otro lado, uno de cada tres chicos y chicas (35,4%) ha sentido ideas suicidas almenos una vez o con cierta frecuencia en el último año y un 8,9% las ha padecido continuamente o con mucha frecuencia. Es decir, un 44,3% de jóvenes ha pensado en ello alguna vez, lo cual suponeunaumento significativo respecto de 2019, cuando la cifra se situaba en el 40,1%. Quienes tienen entre 15 y 19 años eran en 2019 los que menos frecuencia declaraban sobre estas ideas (el 5,5% indicaba haber experimentado ideación suicida continuamente o con mucha frecuencia) y en 2021 son las y los que más (un 12,3%). “Es especialmente preocupante este aumento enadolescentes, todo indica que la población juvenil es la que más ha padecido el efecto de la pandemia sobre su salud mental”, tal y como señala Lorenzo 41,1 40,1 45 38,3 0 10 20 30 40 50 25-29 años 20-24 años 15-19 años Global INGESTA DE MEDICAMENTOS CON RECETAMÉDICA (2021) %Varias veces al mes o conmayor frecuencia Hasta ocho de cada diez jóvenes de 15 a 29 años han experimentado síntomas de malestar emocional en el último año Propuestas y recomendaciones • Derribar tabúes, estereotipos y resistencias hacia los malestares y enfermedades de salud mental. Persiste la estigmatización de la enfermedad: la enfermedad mental está asociada a la exclusión social, la irreversibilidad y el deterioro. Es necesario informar y sensibilizar a la sociedad, entender la complejidad del fenómeno y su transversalidad en la vida de todos/as. • Contar con evidencias y datos que permitan establecer protocolos ajustados a las diferentes realidades y atender así de forma eficaz y temprana a la población más vulnerable. • Facilitar recursos públicos de atención, escucha y asistencia a adolescentes y jóvenes que lo necesiten, así como a sus familias, accesibles y cercanos, especialmente para los perfiles vulnerables. • Formar a quienes trabajan en la atención de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, para que puedan detectar problemas de esta índole y saber cómo actuar (docentes, personal de servicios de salud, etcétera). • Incidir específicamente en la educación afectiva y emocional a estas edades, pues preocupan los datos de malestares declarados y los que señalan la escasa petición de ayuda de quienes los padecen (tanto hacia los profesionales como hacia personas de su entorno). • Trabajar desde una perspectiva de género que no invisibilice las diferentes percepciones de bienestar/malestar de chicos y chicas, las diferentes manifestaciones de las enfermedades, los apoyos que reciben, su capacidad de mostrar los problemas y pedir ayuda, los diferentes acercamientos a los consumos (adicciones con y sin sustancia), etcétera. • Formar en nutrición, incidir en los beneficios de la práctica deportiva y trabajar sobre la autoimagen y los ideales de belleza: trabajar el culto al cuerpo, la sexualización de los cuerpos, etc., es clave porque define en muchos sentidos las aspiraciones juveniles respecto al aspecto físico, el ideal de belleza, el éxito, etcétera. • Incluir en el currículo la educación afectivo-sexual: facilitar formación y asesoramiento a jóvenes y adolescentes, pero también a las familias y docentes que, de manera consciente o inconsciente, forman afectiva y sexualmente a niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Se trata de facilitar una buena relación con el propio cuerpo, vínculos afectivos saludables, así como de evitar prácticas de riesgo.
RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=