im MÉDICO | 54.2 44 último punto, se demanda que la formaciónmínima establecida para cualquier pediatra sea de, al menos, cuatro años, y con el compromisodeque vayamos aproximándonos progresivamente al modelo europeo, el cual establece cinco años de formación: tres años de Pediatría general más dos años de ACE. Una formación que consideran “imprescindible”. “¿Qué profesional sin una experta formación específica puede manejar un prematuro de 600 gramos, una transmisión vertical por virus de lainmunodeficienciahumana,unaenfermedadneuromuscular,una artritis crónicaenun lactante, undebut diabéticoounasmacrónico enunpreescolar?”, sepreguntanpara contextualizar y ejemplificar la necesidad de estas especialidades dentro de la Pediatría. El camino de la Pediatría Como Pediatría se conoce a la especialidadmédica que contempla la medicina total e íntegra, desde la concepción e infancia hasta el final de la adolescencia, incluyendo tanto los cuidados del niño sano (Pediatría Preventiva) como la asistencia médica integral del niño enfermo (Pediatría Clínica). Atiende, por lo tanto, no solo a las enfermedades, sino también a las revisiones del niño sano y a sus interrelaciones con el medio físico y humano en el que demanera ininterrumpida se desarrolla (Pediatría Social). Un amplio campo en el que se han reconocido 19 especialidades: 1.Atención Primaria/Extrahospitalaria. 2.Cardiología. 3.Cuidados Intensivos. 4.Cuidados Paliativos. 5.Endocrinología. 6.Errores Innatos del Metabolismo. 7.Gastroenterología, Hepatología y Nutrición. 8.Infectología. 9.Inmunología Clínica y Alergología. 10.Medicina del Adolescente. 11.Nefrología. 12.Neonatología. 13.Neumología. 14.Neurología. 15.Oncohematología. 16.Pediatría Interna Hospitalaria. 17.Pediatría Social. 18.Reumatología. 19.Urgencias. Un total de 19 especialidades pediátricas debidamente registradas en la Asociación Española de Pediatría como sociedades de especialidades pediátricas y con sus estatutos desarrollados. Y que, además, son un ejemplo de la evolución de la pediatría a lo largo de estos últimos cuarenta años. “El gran desarrollo de la Pediatría en España ha supuesto un enorme avance, evolucionando desde una Pediatría empírica y eminentemente práctica a una Pediatría científica, muy tecnificada y especializada con gran potencial docente e investigador. En la medida en que se pretenda dar una respuesta adecuada a las necesidades de salud y a las demandas de las nuevas exigencias científicas y tecnológicas, en este caso concreto a las de la población infanto-juvenil, es deuna importancia capital paraun sistema sanitario desarrollado que exista esta oferta de nuevas competencias formativas pediátricas de altísima calidad, a semejanza de lo que ocurre en la atención especializada en adultos”, destaca en ese sentido el presidente de la AEP, Luis Blesa. Fotografía de la pediatría actual Ante este panorama, el Libro Blancobusca ofrecer una fotografía de la situación actual de las diferentes ACE. Un documento que aporte información detallada y actualizada sobre “las necesidades de profesionales, los desarrollos tecnológicos, los avances científicos y las nuevas modalidades asistenciales”. Además, pretende recoger cómo debería de ser el programa formativo de las diferentes ACE siguiendo los criterios del modelo europeo: “Las ACE en Pediatría reúnen los requisitos quemarcará el futuroReal Decretode regulaciónde las especialidadesmédicas y que, tras su publicación, podrán ser acreditadas. Posteriormente vendrá su despliegue e implementación, que entendemos será progresivo, priorizando las diferentes ACE atendiendo a criterios de necesidad, situaciónactual, oportunidad y factibilidad”, apunta el presidente de la AEP. En definitiva, se podría deducir, en base a las necesidades recogidas en este ‘libro blanco’, que son cuatro los grandes bloques u objetivos que persigue la AEP con este documento -el segundo en once años-. El primero de ellos sería “definir y mantener la Pediatría como especialidad troncal independiente”. Esta especialidad, que ya fue reconocida como no troncal en el Real Decreto 639/2014, de 25 de julio, tiene dos grandes áreas de formación: el área clínica y el área de Pediatría social y de Salud Pública. Es imprescindible ahondar en esa formación, puesto que cualquier reducción del tiempo de entrenamiento “abocaría a una pérdida de calidad formativa de los especialistas españoles y a la subsiguiente pérdida de la calidad asistencial de niños y adolescentes”. El segundogranobjetivo sería“reconocer oficialmente yacreditar, con un título, las ACE pediátricas”, puesto que el hecho de que no exista este reconocimiento implica que no existan requisitos mínimos de formaciónni acreditación, ni se disponga de unplan formativo oficial. “Este paso es imprescindible para poder seleccionar los profesionales formados para ejercer adecuadamente, y con seguridad, su trabajo, y permitiríaofertar las plazas de empleo públicoparapediatras conperfiles específicos evitando situaciones como las que se producen en laactualidad; en las que, por ejemplo pediatras expertos en trasplante hepático han sido desplazados a trabajar a la urgencia pediátrica de un hospital primario o pediatras de Atención Primaria han sido adscritos a unidades de cuidados intensivos pediátricos”, han detallado desde la AEP. Como tercer gran bloque se define “revisar y homogeneizar el programa formativo de los MIR de la especialidad de Pediatría y sus ACE”. “Es necesario asegurar que la formación mínima establecida para cualquier pediatra será de al menos cuatro años, comprometiéndonos progresivamente al modelo europeo”, se recoge en el documento. Por último, el cuarto gran objetivo responde a“regular el régimen jurídico general y el procedimiento administrativo de la creación de las ACE”. De este modo, se hace necesario “definir criterios de acreditación, formación, experienciademostraday reconocimiento para la legislaciónde las diferentes ACEpediátricas en todaEspaña y que el programa sea compartido y semejante en las diferentes comunidades autónomas”. En conclusión, una aspiración de la AEP que además se asemeja a lo ya establecido en cuanto a las áreas de capacitación específica en otros países tanto de la Comunidad Europea como de la Europa no comunitaria. Así, sería posible facilitar lamovilidad geográfica de los especialistas pediátricos españoles, pero sobre todo repercutiría de manera muy positiva en la salud de nuestros niños y adolescentes.
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